Ago 29, 2014 nutyvida Adulto y adulto mayor, Artículos, Consumidores, Infantil y escolar, Salud pública Comentarios desactivados en Ausencia de Políticas Públicas para Enfrentar la Obesidad Infantil en Chile
De acuerdo a los rankings actuales, Chile está entre los primeros países en obesidad infantil en el mundo. Datos de estudios realizados por el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile, muestran que la obesidad en ese grupo de edad continúa aumentando en los últimos 3 años a cifras cercanas al 30%. Esto es de gran trascendencia para el futuro del país, ya que las primeras tres causas de altas hospitalarias son por hipertensión arterial, diabetes y obesidad, las tres directamente relacionadas con la alimentación.
Por: Dr. Fernando Vio del Río, Profesor Titular de la Universidad de Chile, Académico del INTA, Presidente Corporación 5 al Día
Existe preocupación mundial por el tema de la obesidad, lo que no se observa en nuestro país, donde no está considerado en las prioridades políticas, ni en la opinión pública, ni en los medios de comunicación masivos, sin que exista una política pública para enfrentarlo. Esto, a pesar de la alta prevalencia que existe en adultos y muy especialmente en niños, cuyos índices de obesidad infantil van en franco aumento.
El interés mundial se expresa en las palabras del relator especial de Naciones Unidas para la Alimentación, quién señalaba el 19 de mayo pasado: “Las dietas poco saludables son un riesgo mayor para la salud que el tabaco”, agregando que “de la misma manera que el mundo se ha unido para regular los riesgos del tabaco, debe llegarse a un acuerdo marco sobre dietas adecuadas”. Poco después, el 29 de mayo, Lancet –una de las revistas médicas más prestigiosas del mundo– publicó un artículo señalando que un tercio de la población mundial tiene obesidad o sobrepeso. Entre 1980 y 2013, el número de personas con sobrepeso y obesidad creció de 857 millones a 2.100 millones. Algo similar ha sucedido en nuestro país, con un aumento de 6,8 millones de personas con exceso de peso el 2003, a 8,9 millones en el 2010.
Si continuamos con este incremento, prácticamente toda la población del país estaría con obesidad o sobrepeso el año 2040. De acuerdo a los rankings actuales, Chile está entre los primeros países en obesidad infantil en el mundo. Según datos de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB), que se miden en primer año básico (6 a 7 años) desde 1987, ha aumentado la obesidad de un 8% a un 22,1% el 2011. Datos de estudios realizados por el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile, muestran que la obesidad en ese grupo de edad continúa aumentando en los últimos 3 años a cifras cercanas al 30%. Esto es de gran trascendencia para el futuro del país, ya que las primeras tres causas de altas hospitalarias (más del 50 por ciento) son por hipertensión arterial, diabetes y obesidad, las tres directamente relacionadas con la alimentación. La última Encuesta Nacional de Salud 2010, demostró que siete de cada diez chilenos estaban con sobrepeso u obesidad y uno de cada diez con diabetes, la que se duplica en los más pobres. Además, 9 millones de chilenos tienen una enfermedad crónica, pero menos de un tercio se trata.
Políticas públicas para enfrentar la obesidad en Chile
Frente a esta problemática han existido diversas políticas públicas para promover una alimentación saludable y actividad física desde la década del 90 y en todas ha participado el INTA. La primera fue VIDA CHILE o Consejo Nacional de Promoción de Salud entre 1998 y 2005; luego vino la Estrategia Global contra la Obesidad o EGO–Chile, entre 2006 y 2010, ambas financiadas por el Estado, acompañada del programa NutriRSE, de Acción RSE, apoyado por empresas privadas y finalmente Elige Vivir Sano 2011-2013, pero sin continuidad en el tiempo que permita tener resultados.
VIDA CHILE tuvo un gran impacto en sus inicios al lograr capacitar a todos los directivos de salud del país en los temas de Promoción de Salud, a más de 100 equipos municipales y a líderes comunitarios en regiones, con proyectos en 341 comunas, financiados directamente desde el Ministerio de Salud. Sin embargo, con la implementación del Plan AUGE desde el 2005 en adelante, VIDA CHILE perdió prioridad, sin que su Consejo Nacional volviese a ser citado.
Luego se creó EGO-Chile, con acciones promocionales y comunicacionales y un plan en 1000 EGO escuelas, que luego de tres años de funcionamiento fueron evaluadas sin mostrar avances por falta de recursos humanos y financieros que las sustentaran. Por último, el año 2011 se lanzó el Programa Elige Vivir Sano desde la Presidencia de la República, encabezado por la Primera Dama y financiado principalmente por empresas privadas, con un gran componente comunicacional para posicionar los temas de alimentación saludable y actividad física, recrearse en familia y vida al aire libre, con eventos masivos tipo maratones, cicletadas, caminatas y otras actividades en todo el país. Este programa culminó con la Ley 20.670 que crea el Sistema Elige Vivir Sano, que fue aprobada con apoyo transversal el 31 de mayo de 2013, luego de una muy rápida tramitación en el Congreso Nacional. Esta Ley debía ser implementada por el Ministerio de Desarrollo Social, a través de la Subsecretaría de Servicios Sociales y actualmente se encuentra en revisión, sin que se conozcan avances en su Reglamento ni en su implementación.
En el presente, no existen políticas públicas conocidas en alimentación y nutrición para enfrentar la obesidad en ninguna de las carteras ministeriales: Salud está dedicado a cumplir con el programa de Gobierno, focalizado en resolver problemas urgentes de atención médica curativa de la población, por medio de la construcción de hospitales, centros de salud, servicios de urgencias, dotar de médicos especialistas a la atención primaria, entregar medicamentos y reformar la Ley de Isapres. Educación está inmerso en una reforma que tiene como norte mejorar la equidad y calidad de la educación, sin considerar temas tan importantes como la convivencia escolar ni la alimentación saludable, con escasa o nula preocupación por mejorar la dieta que entrega JUNAEB. Desarrollo Social tiene como foco disminuir la desigualdad y la pobreza, a través de cambios estructurales promovidos desde el Estado.
Posibles causas del aumento de obesidad en Chile
Entonces, cabe preguntarse cuáles son las posibles causas de que la obesidad infantil continúe aumentando. Las más relevantes, entre muchas otras, en nuestra opinión son:
1. La falta de una política consistente y continua en el tiempo, con objetivos claros y definidos, como la que se tuvo para enfrentar la desnutrición. Hasta ahora las políticas han sido por períodos de corta duración, se han descontinuado y cambiado al inicio de cada nuevo gobierno, pero sin tener la prioridad necesaria para avanzar en un tema complejo, difícil de enfrentar y sin resultados en el corto plazo.
En el caso de la desnutrición, cabe destacar que ésta se planteó como problema nacional en la década del 50; se logró establecer una política en los 60, la cual se implementó desde los 70 en adelante en tres niveles: prevención primaria en la red de consultorios del Servicio Nacional de Salud con entrega de leche en los controles de salud para todos los niños beneficiarios, que eran más del 80% del total. Aquellos niños que ya tenían desnutrición leve o estaban en riesgo de desnutrir, eran atendidos en forma más frecuente y recibían más alimentos y los desnutridos moderados o severos eran atendidos en centros especializados para rehabilitar desnutridos. Además, se logró concitar el apoyo nacional solidario ante un tema considerado como inaceptable para la sociedad, como era la desnutrición.
2. Existe una falta de educación en hábitos de alimentación saludable y de su relación con la salud de las personas. El sistema educacional chileno no considera la educación en alimentación y nutrición como tema educativo. A pesar de que la JUNAEB entrega alimentación a más de 2 millones de niños, no se hace educación para tener una alimentación saludable y este tema tampoco está en el currículo y ni siquiera aparece mencionado en los Objetivos Fundamentales Transversales, ni en las Bases Curriculares con sus Objetivos Mínimos de Aprendizaje. Recién el año 2012 se aprobó la asignatura Educación Física y Salud, que en su eje Vida Activa y Saludable, reconoce aprendizaje relacionado con la higiene, alimentación saludable y cuidado corporal como hábitos esenciales para la práctica segura de la actividad física, lo cual abre una oportunidad para incorporar contenidos en alimentación y nutrición. En el resto de las normativas de actividades escolares, como son el Plan de Desarrollo Educativo Municipal (PADEM), en los Planes de Mejoramiento Educativo de la Ley de Subvención Escolar Preferencial (SEP), ni en los Proyectos Educativos Institucionales (PEI) de cada escuela, Reglamento Interno y de Convivencia Escolar, de Centros de Alumnos o Centros de Padres, aparece el tema de alimentación y nutrición. Esto, a pesar de ser un tema permanente que está presente en los desayunos y almuerzos que entrega JUNAEB, los kioskos escolares, las colaciones que llevan los alumnos y la alimentación que se consume en reuniones, fiestas, aniversarios y eventos escolares. Mientras no exista un componente de alimentación saludable en el sistema educativo, es muy difícil que la población cambie sus hábitos hacia una alimentación sana.
3. Aun cuando se logre educar a los niños en jardines infantiles y escuelas, esto puede perderse si no se incorpora la alimentación en la familia. Los actuales padres eran niños en el período 1982 -86 cuando se produjo la crisis económica con altísimo desempleo de un 25% y en programas de empleo mínimo (PEM y POJH) un 27%, con lo cual se tenía a más de un 50% de la población con falta de ingreso para tener una alimentación mínimamente aceptable. En ese período, los niños sufrieron carencias alimentarias, pero al crecer y aumentar los ingresos compensaron esas carencias con el consumo de alimentos con alto contenido de grasas, azúcar y sal, apoyados por el “boom” de cadenas de comida rápida y alimentos procesados propios del modelo de alimentación “occidental”. Esos niños que sufrieron carencias y luego se adecuaron al modelo de comida rápida y sabrosa, con alto contenido de azúcar, grasas y sal, además de traspasar dicho modelo a sus hijos, en la actualidad no quieren que tengan ninguna carencia y les dan todo lo que piden. Si antes comer un completo, papas fritas o hamburguesa, junto a un helado, bebida gaseosa o confites era una excepción y se hacía a lo más una vez a la semana, hoy se hace diariamente con los hijos. Esto se agrava con la caída de la natalidad, que hace que las familias tengan uno o dos hijos, al que se le da todo lo que se puede de acuerdo a sus recursos, los que han aumentado en el último tiempo por el crecimiento económico.
4. El crecimiento económico ha llevado a un aumento del consumo en general, y de comida en particular, lo cual ha sido estimulado por las empresas de alimentos que han incrementado la variedad de productos cada vez más sabrosos, con alto contenido de grasas, azúcar y sal, atractivos y llamativos para aumentar el consumo, acompañados de una costosa e inteligente publicidad que entra en todos los hogares, para aumentar sus ventas y ganancias, aun cuando sea en detrimento de la salud de las personas. La demanda no ha disminuido, sino aumentado en los últimos años, por el incremento del ingreso y expectativas de las personas, la necesidad de tener satisfacciones inmediatas ante las frustraciones del día a día, como la que pueden dar alimentos no saludables, sin el contrapeso de una oferta ni publicidad de alimentos más saludables, como son las frutas, verduras, pescados y lácteos sin grasa, que se consumen muy poco en el país.
Medidas de mediano y largo plazo para enfrentar la obesidad
Ante un problema tan complejo como es el de la obesidad, en el cual ningún país del mundo puede mostrar éxitos notables, no existe una política clara por parte del Estado. Sin embargo, existen soluciones en el mediano y largo plazo si logramos enfrentar en forma adecuada los cuatro factores señalados anteriormente desde la perspectiva de las políticas públicas.
Lo primero, es lograr consensuar una política a largo plazo con regulaciones adecuadas, respaldo y prioridad política, objetivos y metas claras que sean medibles en el tiempo. Para ello la existencia de una Ley con apoyo legislativo transversal, como es la 20.670 que Crea el Sistema Elige Vivir Sano, puede ser un primer paso. Al aprobar esta Ley, los legisladores estaban pensando, precisamente, en dotar de un marco legal y normativo a las políticas públicas que se habían hecho en forma voluntarista en el pasado. Si es necesario, esta Ley puede modificarse, como ha sucedido con la Ley del Tabaco y la Ley de Alcoholes.
Lo segundo, es incorporar la alimentación saludable en la Reforma Educacional, para que sea considerada en cada una de las instancias en que alimentarse irrumpe diariamente en el proceso educativo. Esto significa incorporarla al currículo desde la prebásica, pero también incorporar en toda la normativa escolar temas tan importantes como son las regulaciones de las colaciones y kioskos para que sean saludables, regular la comida de reuniones, celebraciones, festividades y eventos, junto con mejorar la dieta de JUNAEB, especialmente mediante el aumento de la entrega de frutas, verduras y otros alimentos saludables.
En tercer lugar, es necesario incorporar a los padres en el proceso educativo en alimentación y nutrición desde las escuelas, pero también mejorando la alimentación y su educación nutricional en los lugares de trabajo. Así como existe un exitoso programa de prevención de accidentes laborales, en todas las empresas debería existir un programa de prevención de riesgos en salud, fomentando la alimentación saludable, la actividad física, dejar de fumar, beber en forma moderada y tener hábitos de vida saludables. Si se trabaja con los padres, simultáneamente desde la escuela y en el lugar donde trabajan, se puede conseguir a largo plazo un cambio de hábitos hacia una alimentación saludable en la familia.
Por último, existe la Ley 20.606 de composición de alimentos y su publicidad, que tiene como objetivo regular alimentos con alto contenido de grasas, azúcar y sal, limitando su publicidad en menores de 14 años y promoviendo la alimentación saludable en establecimientos educacionales (Artículos 4º y 6º). Esta Ley inició su tramitación en el Congreso el año 2007, se aprobó el año 2012 y se plantea que estará vigente, una vez aprobado su Reglamento, sólo el año 2016. Esta Ley ha producido un amplio debate en la sociedad sobre el rol de las empresas de alimentos en la producción, comercialización y publicidad de alimentos, creándose la oportunidad para que estas empresas modifiquen sus productos y cambien la oferta hacia la producción y comercialización de alimentos más saludables para la población. Si actuamos en padres y niños modificando el consumo y estimulando su demanda por alimentos más saludables, y por otra parte las empresas modifican su oferta y publicidad actual de alimentos, podríamos avanzar hacia un mejoramiento de la obesidad infantil.
La peligrosa “tierra de nadie”
Lo que no puede pasar es que no exista ninguna política al respecto, ya que al caer en tierra de nadie se deja el campo abierto a una explosión de oferta y publicidad de productos no saludables, como ha sucedido en los últimos meses, desde que desaparecieron los mensajes en pro de una alimentación saludable. Primero vino el invierno y las lluvias, con la promoción de alimentos altamente calóricos para enfrentar el frío y luego el Mundial de Fútbol, en que sin contrapeso alguno, la oferta y publicidad de asados, choripanes, embutidos, papas fritas, pizzas, bebidas gaseosas y alcohólicas, junto a todo tipo de alimentos procesados y envasados ricos en grasas, azúcar y sal no ha tenido freno alguno. Esto demuestra que cuando estas políticas se interrumpen, el retroceso es inmediato perdiéndose lo poco avanzado en un tema difícil y complejo en un medio permanentemente adverso, llamado “ambiente obesogénico”.
Como INTA hemos participado en todas las campañas públicas y privadas en pro de una alimentación saludable en el país, con avances reconocidos, como el conocimiento que tiene hoy día la población acerca de lo que es una alimentación saludable, desafortunadamente sin un cambio real de hábito. Pero cualquier avance se pierde rápidamente cuando el tema desaparece de la agenda pública, como ha sucedido en la actualidad. Por ello, hacemos un llamado a retomar el tema con una política de Estado que pueda enfrentarlo, y guardando las distancias de tiempo y contexto, al igual que como se hizo en el pasado frente al tema de la desnutrición.
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