Antiguamente, el trabajador minero era reconocido por el alto esfuerzo físico al que estaba expuesto, lo que determinaba un alto gasto energético frente a lo cual se le entregaba una alimentación acorde. Sin embargo, la automatización de los procesos en minería ha disminuido su gasto calórico, por lo que su requerimiento nutricional es menor.

Por Astrid Caichac Hoppe, Nutricionista, Magíster en Nutrición y Alimentos, Fernanda Mediano Stoltze, Psicóloga, Magíster en Psicología de la Salud, Dirección de Asistencia Técnica, INTA – Universidad de Chile 

El sector de la minería se ha consolidado como una de las principales actividades económicas del país, con una clara proyección y crecimien- to a futuro. El desempeño  del trabajador  minero en faena, se caracteriza por ser una actividad con extensas jornadas laborales, condiciones ambienta- les extremas y lejanía del núcleo familiar y social, lo que determina en gran parte sus comportamientos  y hábitos. Antiguamente, el trabajador minero era reconocido por el alto esfuerzo físico al que estaba expuesto, lo que determinaba un alto gasto energético frente a lo cual se le entregaba una alimentación acorde. Sin embargo, la automatización de los procesos en minería ha disminuido su gasto calórico, por lo que su requerimiento nutricional es menor. Como lo anterior no se ha traducido en una readecuación de la cantidad y calidad de la oferta alimentaria ni en conductas de autocuidado por parte de los trabajadores, se ha observado un progresivo aumento de peso y desarrollo de enfermedades crónicas relacionadas (hipertensión arterial, diabetes, dislipidemia y síndrome metabólico) similar a lo observado a nivel nacional. Esto se contrapone a los requisitos de habilitación exigidos para el cargo, ya que, debido a los riesgos derivados del trabajo a gran altura se exige cumplir con ciertos parámetros de salud cardiovascular y estado nutricional, con el objeto de disminuir riesgo de accidentes y mantener altos los estándares de seguridad.

Programa INTA para los trabajadores de la minería

El equipo PROAT (Programa de Optimización de la Alimentación y Bienestar del Trabajador) del INTA de la Universidad de Chile ha desarrollado intervenciones de promoción de estilos de vida saludables en distintos grupos de trabajadores de la minería, lo que ha permitido caracterizar sus hábitos alimentarios y sus percepciones asociadas. Entre los trabajadores, ha habido grupos de operadores de maquinaria pesada, administrativos, mecánicos  y supervisores.

Al analizar los alimentos ofrecidos por parte de la concesionaria y de acuerdo a los contratos vigentes con la empresa minera, se observa que en una jornada completa donde se entregan todos los servicios alimentarios (desayuno, colación o “Choca”, almuerzo, once y cena), en algunas ocasiones el aporte calórico y nutricional excede lo requerido, llegando incluso a entregar el 200% de las calorías, o el 300% del sodio que necesita un adulto sano que realiza actividad física ligera o moderada. Gran parte del aporte calórico y de nutrientes está determinado por la colación o “Choca” distribuida a media mañana, la que se caracteriza por bebidas gaseosas azucaradas, galletas dulces, chocolate y sandwich.

Por otra parte, y respecto  a los hábitos alimentarios individuales, tanto en la jornada laboral, como en sus días de descanso, se observa un bajo consumo de alimentos que aportan nutrientes y factores protectores, tales como frutas y verduras, agua, pescado y lácteos descremados y un alto consumo de alimentos que aportan nutrientes críticos, tales como, cecinas y embutidos, galletas dulces, carnes rojas y bebidas azucaradas.

Para complementar la caracterización de los comportamientos de alimentación y autocuidado en este grupo de trabajadores se propuso realizar un estudio cualitativo, que profundizara los conocimientos, creencias, actitudes y percepción de necesidades de los trabajadores, frente a su calidad de vida y hábitos de salud. Con ello, se entregarían lineamientos para el diseño de la mejor estrategia para abordarlos.

El programa consideró la realización de focus groups, entrevistas y observaciones de campo, para lo que fue necesario subir a los camiones, acompañar a los operadores en su turno de trabajo de 12 horas, almorzar junto a ellos y visitar todas las instalaciones de la faena. Con esto se pudo conocer a fondo las características del trabajo y cultura alimentaria del operador de maquinaria pesada.

Tipo de trabajo y alimentación del trabajador minero de maquinaria pesada

Se destacan dos aspectos fundamentales que arrojó la intervención. Uno de ellos es la caracterización del trabajo y el otro, la alimentación del trabajador.

Los operarios de maquinaria pesada describen su trabajo como una tarea de alta demanda por diversas exigencias: largas jornadas de trabajo, condición climática adversa  y exposición a agentes de riesgo laboral; condiciones que no obstante se transforman en desafíos, ya que valoran su capacidad de control del riesgo y capacidad de atención y concentración en su desempeño en la faena.

Durante un turno, es posible distinguir momentos o situaciones donde los operarios enfrentan exigencias físicas y psicológicas,  como momentos de tensión, largos periodos de espera, monotonía de la tarea y sentimientos de soledad entre otros. En estas situaciones los operadores realizan distintas estrategias de afrontamiento, unas muy efectivas como la hidratación, pausas activas, escuchar radio, y otras no saludables y poco efectivas como “el picoteo” y el consumo de cigarrillos.

En el caso de la alimentación, se observó que en la rutina del operador de maquinaria pesada, ésta cumple dos grandes roles.  Por una parte, la labor del minero se percibe como una actividad de alto sacrificio no necesariamente por el esfuerzo físico, sino por las condiciones de lejanía, monotonía y soledad  en las que está inserto,  lo que lleva a algunos trabajadores a visualizar las prácticas alimentarias como una vía de premio al esfuerzo, ya que la asocian a significados afectivos, personales  y sociales como despertar el imaginario familiar, llamar a la socialización, al descanso y recompensa.

Por otra parte, la alimentación es una de las estrategias más frecuentes para afrontar los requerimientos en faena. Es utilizada para afrontar el estrés y la ansiedad, para “entretenerse” o para prevenir la fatiga, lo que estaría generando un sobre consumo de alimentos que, al mismo tiempo, no siempre daría respuestas efectivas a las necesidades de los operadores.

Estrategias de intervención

Al analizar esta información en su conjunto se desprende la necesidad de proveer a los operadores de maquinaria pesada de diversas estrategias de afrontamiento que les permitan dar respuesta a sus necesidades, potenciando la seguridad en el desempeño de sus tareas, evitando fatiga y, al mismo tiempo, regulando una ingesta de alimentos que impacte positivamente su salud nutricional y bienestar general.

Frente   a lo anterior es que nace la campaña  “Minero 100%”, intervención que busca fomentar hábitos de alimentación saludables y de actividad física en los operarios de maquinaria pesada. Para fomentar la motivación y participación de los colaboradores, la campaña fue enmarcada como parte de las políticas de prevención de fatiga de la empresa y en el marco del programa de aptitud integral para el trabajo. Se basó en la entrega de estrategias para su prevención a través de cuatro factores claves, donde la alimentación forma parte importante:

Hidratación y colaciones efectivas
Sueño y días libres
Trabajadores activos y alerta
Desayuno inteligente y comidas balanceadas

Para apoyar el cambio de hábito se realizaron acciones a nivel contextual y a nivel personal. A nivel contextual se realizó una campaña comunicacional y asesorías en el desarrollo de una “choca” de mayor valor nutricional, que motivaran y facilitaran conductas  más saludables. Para- lelamente se ofrecieron consejerías individuales sobre el camión, material educativo e incentivos para potenciar el cambio individual.

El trabajo  realizado  por el programa  PROAT confirma la importancia de realizar investigación cualitativa previo a cualquier intervención destinada a grupos de personas, para detectar sus reales necesidades y diseñar estrategias que efectivamente motiven al cambio de conducta y generen pertenencia.

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