Mar 19, 2014 nutyvida Perfiles Comentarios desactivados en Dra. Magdalena Araya – Directora del INTA
La Dra. Magdalena Araya es la primera académica que ha sido Directora de este Instituto. Es gastroenteróloga especialista en enfermedad celíaca, tema del cual habla con pasión. Siempre ha gustado de ser investigadora y asumió la tarea directiva con la idea de generar un estilo diferente, que tuviera su énfasis en la participación de equipos de trabajo. En un cargo no fácil, le ha correspondido asumir la representación de este Instituto cuando se han discutido leyes importantes en torno a la reglamentación de los alimentos, defendiendo la posición institucional y acercándose a materias que en su especialidad no veía directamente. Como toda mujer múltiple, vive en un entorno de familia del que habla con orgullo. Se confiesa amante de la música clásica y gusta de regalonear a sus nietos, de tejer a telar con sus hijas. Siempre analítica, muestra en esta entrevista un panorama de lo que piensa y ve del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile.
En la misión del INTA siempre ha estado el participar y el contribuir a solucionar problemas que tienen que ver con la nutrición en el país.
La Dra. Magdalena Araya, Directora del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile es la primera mujer que ha dirigido el Instituto. Profesora Titular de la misma institución, es médico cirujano con especialización en gastroenterología infantil, con un Ph.D. en la Universidad de Sidney, Australia. Su especialidad es la enfermedad celíaca y las alergias alimentarias. Al culminar pronto sus cuatro años de gestión, la Dra. Araya da una mirada a su labor como Directora del Instituto, a su vida como académica y como mujer, a lo que le gusta hacer cuando está en casa y cómo llegó a ser investigadora de una enfermedad que poco a poco se está haciendo más conocida, como es la celíaca.
El INTA actuó como consultor técnico en la implementación de la Ley 20.066 sobre Composición Nutricional de los Alimentos y su Publicidad, la cual abordó los nutrientes críticos y mensajes de advertencia en el rotulado.
En la misión del INTA siempre ha estado el participar y el contribuir a solucionar problemas que tienen que ver con la nutrición en el país; entrenamiento que nos dio el Dr. Fernando Monckeberg con la desnutrición. Si hoy existe un problema con la obesidad, nos sentimos con la responsabilidad de estar en el tema. En el período de la dirección del Dr. Fernando Vio, él insistía en la necesidad de una política pública, pues mientras ésta no existiera, expresaba, nada funcionaría. Ahora, si hoy día esta ley no está llegando a donde nosotros quisiéramos es otra cosa, pero estar presentes en ese tema, es obvio que el INTA debe estarlo.
Creo que hemos hecho un gran esfuerzo. Hemos estado presentes en todas las oportunidades en que algún gobierno tomó una iniciativa y hemos trabajado honestamente en ellas. En este gobierno apareció esta idea de Elige Vivir Sano y creo que es porque el tema tomó una magnitud y una intensidad de tal calibre a nivel mundial que era imposible ignorarlo. Nosotros tenemos una posición que es muy difícil de sustentar porque siempre ponemos mucho énfasis en que nuestra postura es técnica y obviamente, cada vez que ha habido una oportunidad y se ha levantado una iniciativa a partir de un gobierno, ha tenido un sabor político; entonces cuesta. En ese sentido, todos los directores que ha habido en el INTA han tenido claro que nuestra gran fortaleza es mantener una postura técnica, que sea válida ante cualquier interlocutor.
Falta un montón de cosas, todas suman. Hay muchas miradas y cada una tiene que mejorar lo suficiente para que la masa crítica de lo que se está produciendo alcance a producir un efecto global y no en un aspecto del tema. Se puede mejorar la educación en nutrición, la actividad física, pero éstas, siendo de las más importantes, si permanecen como actividades puntuales, no van a tener efecto en el problema país.
La obesidad ha resultado mucho más difícil que la desnutrición, porque en el caso de esta última se trataba de entregar comida y solucionar problemas como saneamiento ambiental, calidad de atención médica, fenómenos que estaban ocurriendo ya en el país. En cambio, en la obesidad el problema es más complejo, porque la vida moderna ha llevado a que lo que comemos sean productos más que alimentos, con muchos ingredientes que los hacen lindos, ricos, disponibles a toda hora, incluso mucho más baratos que otros productos más saludables. Y un factor que antes no influía y ahora hace las cosas mucho más difíciles es la publicidad, que tiene la capacidad de manipularnos a todos.
Yo creo que para la empresa es una gran oportunidad porque estamos hablando de un problema de tal tamaño que es muy poco probable que desaparezca de manera fácil, así es que las empresas que se sumen a buscar soluciones más temprano que tarde empezarán a tener un reconocimiento especial de parte de la población que las favorecerá. Cuando ha habido en el mundo grandes tragedias de salud, de repente aparece un tratamiento, un factor que se logra manejar, y se soluciona el problema.
Cuando se analizan la obesidad, la mala nutrición por exceso, y las Enfermedades Crónicas No Trasmisibles asociadas a la mala nutrición, me parece que si continuamos por los carriles de acción que hay hoy día es altamente improbable que aparezca una solución.
El cargo de director del INTA ha tenido una evolución. Como Directora, tengo claro que he vivido un momento. Acepté la elección porque pensé que podía aportarle al Instituto una mirada distinta, donde se privilegiara el trabajo de equipos. Me propuse como tarea hacer un análisis de qué pasaba y dónde se podía crecer. Siento que el resultado a nivel técnico y humano es fantástico porque toda la gente a la que le pedí ayuda estuvo ahí; me consta que han puesto lo mejor que tienen. Hemos avanzado en una serie de planos, probablemente podríamos haber hecho más en algunos o podemos habernos equivocado en otros, pero en la suma total siento que se ha tratado de mirar y proyectar a la institución a largo plazo. Tener una voz que se respeta y reconocimiento de nuestros pares, son las partes positivas que rescato.
Una de las gracias que tiene el INTA, y una de las cosas que lo hace único, es su mirada interdisciplinaria, que no se da habitualmente. Aquí un biólogo molecular habla con el salubrista público; los dos son capaces de conversar y juntos producen un producto que es novedoso.
La obesidad ha resultado mucho más difícil que la desnutrición, porque en el caso de esta última se trataba de entregar comida y solucionar problemas como saneamiento ambiental, calidad de atención médica, fenómenos que estaban ocurriendo ya en el país. En cambio, en la obesidad el problema es más complejo, porque la vida moderna ha llevado a que lo que comemos sean productos más que alimentos.
La Dra. Magdalena Araya recuerda su inicio en el Instituto. “Me recibí y terminé trabajando con el Dr. Monckeberg”, señala, agregando que tenía el anhelo de lograr un entrenamiento de post grado. “Estaba recién casada, con un marido que no tenía interés en hacer un post grado, que le gustaba trabajar (en minería). Decidimos buscar un lugar donde yo pudiera tener una formación razonablemente buena y que él pudiera trabajar en vez de estudiar”. Cuenta que habían dos posibilidades: Canadá y Australia; y prefirieron este último país. La Dra. Araya relata que se fue a formar con un destacado gastroenterólogo de niños, que se trasladó a Londres al año que ella estuviera en Australia, por una mejor oferta laboral. Trabajaba en un instituto de Child Health, que se trata de institutos de investigación, adosados a un hospital de niños. “Me había asociado con varias personas del hospital y estábamos haciendo dos o tres estudios.
Entonces me ofrecieron el puesto del médico que se iba; me dijeron que postulara y ¡yo les dije que si estaban locos!”. Como el cargo era de Senior Staff, ella pensaba que aceptar era una irresponsabilidad. Comenta que “como los australianos son muy especiales, me subieron el sueldo por la honestidad, y me preguntaron qué pensaba que era capaz de hacer. Entonces les propuse algunas cosas y ellos aceptaron. Otro profesor, que trabajaba en enfermedades genéticas y metabólicas me ofreció ayuda”. Este último, le recomendó estudiar un doctorado para poder seguir trabajando en investigación. Postuló a una beca, e hizo el doctorado que la llevó a quedarse en Australia más años de los que pensaba, en total, casi siete años. En esos años tuvo a sus dos hijas. Cuando terminó de escribir su tesis y la entregó, venía un período bastante largo, cerca de un año, en que le respondieran sobre ella, tiempo habitual en aquella época.
“Entonces teníamos que tomar una decisión”—señala la Dra. Araya—“qué íbamos a hacer”. Y si bien una posibilidad era quedarse en Australia, confiesa, hubo otros factores que cambiaron el rumbo. “Cosas que no tienen nada que ver con el trabajo; son más bien humanas”, añade. Cuenta que aún cuando le había gustado mucho la cultura anglosajona, una cosa que no le gustaba era que los hijos se iban como a los 14 años: “tú no volvías verlos más que para las pascuas y los cumpleaños, y realmente me hacía peso eso”, confiesa. “A pesar de que estaba todo para que nos quedáramos, ocurrió que mi familia estaba viviendo en España y nos pidieron que los fuéramos a ver, a pasar la Navidad con ellos. Y llegamos allá y nos quedamos casi un año, todo el período que tenía que esperar que me contestaran sobre la tesis”.
Entonces llegó el Dr. Monckeberg, quien “le habló un fin de semana completo a mi marido hasta que lo convenció que había que volver a Chile, que había que trabajar por el país, que estábamos en la mitad de una dictadura, que había que ponerse porque si no Chile no iba a poder nunca reaccionar y que todas las personas que se habían ido, por cualquier motivo, tenían que volver para luchar”. Finalmente decidieron volver el año 1978.
“Lo que pasa es que durante el doctorado la mayoría de los cursos y trabajos que hice fueron en fisiología, y en lo que en esa época era bastante incipiente, biología celular, y me estaba formando como gastroenterólogo. Dentro de esa área, lo que pasa en el intestino delgado en la enfermedad celíaca constituye un modelo para investigar cómo se daña un intestino, cómo se daña un tejido específico muy diferenciado. Dentro de la tesis, una parte de los estudios que hice fue en biopsias intestinales que eran de celíacos, como modelo de daño”. Expresa que esto le dio una formación bastante más rica que la habitual en ese tema. Por otro lado, a lo largo de los años se fue dando cuenta que en nuestro país no existían instancias que ayudaran a buscar, diagnosticar y tratar la enfermedad de manera eficiente, por lo que sintió la necesidad ayudar en el tema. “Hace muchos años, con los pediatras de la rama de gastroenterología de la Sociedad de Pediatría, dándonos cuenta de esto inventamos COACEL, la Corporación de Ayuda al Celíaco, la cual estuvo por varios años a cargo de este equipo, colaborábamos con nuestro tiempo para poder hacer algunas actividades”. Más o menos el año 2000 se empezó a producir un boom de diagnóstico y empezaron a aparecer adultos jóvenes que tenían la enfermedad. “Entonces ahí hicimos un primer intento de pasar esta corporación a los pacientes, porque en todo el mundo las organizaciones de ayuda pertenecen a ellos, a sus familiares y amigos”. Desafortunadamente la delegación fracasó y COACEL dejó de existir durante dos años. Cuenta que posteriormente decidió retomarlo, “porque con el buen nombre del INTA, mucha gente llegaba a preguntarme qué pasaba, que necesitaban ayuda, que no les habían hecho el diagnóstico, que les habían dicho una cosa por la otra, que no entendían nada”. La Directora del INTA comenta que cuando asumió esta dirección se dio cuenta que no iba a tener tiempo, y solicitó ayuda en el mismo instituto para distinto tipo de actividades. “El hecho concreto es que hoy COACEL tiene una entidad propia, la maneja una persona que está de coordinadora general que está en el área social, no médica, que creo es lo que correspondía, pero también hay una serie de nutricionistas y de médicos que se han incorporado al grupo y que están ayudando, y que en este momento permiten que veamos un número bastante importante de pacientes”. La Dra. Araya manifiesta que la gestión de COACEL le ha dado fuerza para conversar con el Instituto de Salud Pública, con el Ministerio. “Tenemos en este momento una comisión que está trabajando para hacer un programa que permita solucionar el problema, que es mucho más frecuente que lo que se pensaba; estamos hablando que el uno por ciento de la población es positiva para el anticuerpo que se usa para hacer el screening y se estima que la frecuencia está más o menos en 0,5 por ciento; osea, hay muchas enfermedades que tienen una incidencia bastante menor que esa y tienen programas completos que los ayudan”, señala.
Hoy la Dra. Araya tiene cuatro nietos, de los cuales, lo que le llama la atención es que “hoy día los niños son muchísimo más independientes, tienen más opinión. Mis hijas eran de opiniones bastante claras y bastantes opiniones, pero así y todo el revuelo que yo veo cuando están estas cuatro criaturas juntas es mucho más que cuando tenía dos hijas”, confiesa, sin dejar de expresar su agrado por ello.
A mí me gusta leer. Hace años era muy buena lectora y leía todo lo que había disponible en el mercado en ese minuto; ahora hace mucho tiempo que eso no pasa y leo cosas bastante más seleccionadas”. Cuenta que también tocaba la guitarra: “estudié guitarra clásica durante más de 10 años, pero no tomo la guitarra hace como 15 años”.
“Me gusta cocinar, me gusta hacer cosas con las manos. Con mis hijas nos juntamos muchas veces, nos ha dado por los telares, tenemos unas cosas preciosas hechas con telar, son super lindas. Y me gusta la música”. Respecto a esta última, comenta que la música clásica de cámara es la que más le gusta. “Con los años me he ido cambiando, he ido apreciando mejor las grandes orquestas, pero me gustaba la música de cámara, la cosa pequeña, el instrumento mismo. Nosotros vamos todos los años a Frutillar, a las Semanas Musicales, y ahí lo paso muy bien. Realmente es como un baño de música”. Entre los compositores, la Dra. Araya opina que “todos tienen cosas que a uno le gustan”. Agrega: “ese período del Renacimiento, del 1700; obviamente está Vivaldi, pero también tienes a Mercadante y otros que tiene unas piezas preciosas. Me gusta mucho Bach, me gustan los cuartetos de Beethoven, Schubert o Mendelssohn. Las sinfonías de Mahler son una maravilla; las tocaron en Frutillar hace uno o dos años, las descubrí y me fascinaron. Las grandes sinfonías, la Novena, con el coro de la Universidad de Chile, es extraordinaria”.
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