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El Dr. Mönckeberg abría una vía para desarrollarse hasta donde alcanzaban las posibilidades de cada uno

Abr 03, 2012 nutyvida Artículos, Salud pública, Salud y bienestar Comentarios desactivados en El Dr. Mönckeberg abría una vía para desarrollarse hasta donde alcanzaban las posibilidades de cada uno


No cabe duda de que la medicina de nuestro país, entendida en su sentido más amplio, se  benefició con las actividades que desarrolló y estimuló el Dr. Monckeberg.

Por:  Dr. Oscar Brunser, Profesor Titular – Universidad de Chile

dr_fdo_monckebergLa Academia de Medicina ha agraciado recientemente con su máxima distinción al Profesor Fernando Mönckeberg, fundador y Director de nuestro Instituto por largos años. Al otorgar esta distinción, la Academia no sólo reconoce lo que significó para el país la solución de un problema de salud sin solución para la mayoría de los países en vías de desarrollo sino que reconoce también a un individuo, cuya extraordinaria visión, empuje, habilidad y carisma, así como su capacidad de organizar grupos de trabajo, contribuyeron a la solución de otros problemas, igualmente serios, que aquejaban a la niñez del país.

La desnutrición es para la niñez la manifestación más devastadora de los problemas del subdesarrollo: nutrición inadecuada con deficiencias generalizadas y específicas, mala higiene personal y familiar y fallas del saneamiento ambiental, educación formal insatisfactoria, alta prevalencia de enfermedades transmisibles prevenibles, producción y distribución de alimentos en cantidades y calidades inadecuadas, vivienda deficiente y así sucesivamente, en una lista que se puede alargar casi sin fin.

Para Chile las consecuencias fueron la elevada mortalidad infantil y preescolar, la alta morbilidad, el retraso del desarrollo psicomotor de los niños y sus repercusiones negativas sobre el aprendizaje y la dificultad a largo plazo de obtener o generarse un empleo bien remunerado; se generó así un ciclo vicioso que perpetúa lo peor del subdesarrollo.

Se podría postular que si se conocen los factores y se ha escrito tanto acerca de estos temas, el problema de la desnutrición debería haber sido resuelto en gran parte del mundo hace mucho tiempo. El que no haya ocurrido revela que se requieren condiciones humanas y materiales que no abundan en el mundo.

Enfocada en este contexto, la tarea del Dr. Mönckeberg resulta extraordinaria porque lo llevó a definir el proceso que lleva a la desnutrición infantil y a plantear soluciones prácticas. Este no fue un proceso lineal y requirió entender los efectos de la desnutrición sobre las estructuras y funciones del organismo: ¿cómo se adapta y sobrevive un ser que debería crecer a gran velocidad cuando no recibe nutrientes en cantidad o calidad adecuadas? ¿Deja de crecer? Sus células ¿se dividen con otro ritmo y/o mueren antes de tiempo? ¿Cuánto se daña la estructura de sus órganos? Este daño, ¿es reversible? ¿Qué nutrientes requiere y en cuánto tiempo? La reparación ¿es coordinada por un mecanismo central? ¿Qué secuelas quedan?

Buscando respuestas, el Dr. Mönckeberg comenzó a atraer a médicos jóvenes a una entidad que se llamó el “Laboratorio de Investigación Pediátrica” del Hospital Arriarán. Quienes llegaron a trabajar al Laboratorio se enfocaban en un área de interés y la profundizaban. Formar investigadores de buen calibre significó que muchos de ellos pasaron años en algunas de las mejores universidades de Estados Unidos y Europa. Al regresar con sus capacidades estimuladas, la velocidad, proyección y complejidad de la investigación del Laboratorio fue potenciada.

Vale la pena recalcar un rasgo de la política académica instaurada por el Dr. Mönckeberg: la libertad absoluta para buscar un tema, para buscar fondos, para atraer a otros investigadores jóvenes. En una palabra, el Dr. Mönckeberg abría una vía para desarrollarse hasta donde alcanzaban las posibilidades de cada uno. Todo esto funcionó por años en un ambiente de respeto mutuo a creencias e ideas personales y en un ambiente de discusión amplia y libre.

Llegó un momento en que con la evidencia derivada de todos estos esfuerzos el Dr. Monckeberg se dirigió a la opinión pública y comunicó que la aplicación de estos conocimientos requería que las autoridades nacionales tomaran activamente cartas en la solución del problema de la desnutrición, incorporando políticas y procedimientos para mejorar la nutrición a nivel del país.

El apoyo sostenido de gobiernos anteriores ya había producido un cierto descenso de la desnutrición pero fue el esfuerzo del Dr. Monckeberg, basado en evidencia científica y focalizado en la Comisión para la Nutrición Infantil (CONPAN), una entidad interministerial que asumió las labores de coordinación, tratamiento y prevención por parte de las autoridades de la época, y en la Corporación para la Nutrición Infantil (CONIN), en que coincidían esfuerzos principalmente de privados los que a largo del país permitieron que fueran rescatados miles de niños que ya estaban desnutridos o estaban próximos a serlo, los que permitieron este logro.

Hubo también un enorme esfuerzo de educación a la población en relación con la nutrición infantil. Los resultados cumplieron con las expectativas y se puede sostener que lo obrado representa un hecho único que nos distingue como país. Los niños rescatados por CONIN llegaron a decenas de miles y representaron en su momento el principal factor médico del descenso de la mortalidad infantil hacia los valores actuales. Para 1985 casi no había desnutridos graves y las cifras continuaron mejorando hasta la desaparición de este problema.

Pero adjudicarle esta sola actividad al Dr. Mönckeberg es no reconocerle otros éxitos trascendentes. Después de estudios controlados y cuidadosos, con métodos que hoy se considerarían muy precarios, el Dr. Mönckeberg con la ayuda de varios profesionales llegó a formular una solución para la hidratación oral de los lactantes con diarrea cuya composición antecedió en 10 años a la propuesta prácticamente patrocinada por la Organización Mundial de la Salud en 1967. Sus estudios acerca del efecto del ácido acetilsalicílico permitieron disminuir considerablemente la morbilidad y mortalidad infantil ocasionada por este fármaco tenido por inocuo en los lactantes.

Cuando el Laboratorio se transformó en el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos, el interés por los problemas nutricionales se mantuvo en el uso de fuentes no convencionales de proteínas, el combate de la deficiencia de hierro, cobre y zinc, las enfermedades metabólicas, las malformaciones congénitas y la genética humana. Asimismo, en el efecto del saneamiento ambiental y la calidad de la vivienda en la transmisión de los patógenos causantes de diarrea, la interacción entre componentes de los alimentos y la susceptibilidad a diarrea, y una larga lista más.

A través de sus clases, el Dr. Mönckeberg transmitió a generaciones de profesionales el interés por la investigación en nutrición, una especialidad que en sus primeras épocas era mirada con bastante menos interés que otras líneas de la investigación médica vigentes en el país.

No cabe duda de que la medicina de nuestro país, entendida en su sentido más amplio, se  benefició con las actividades que desarrolló y estimuló el Dr. Monckeberg, por el vuelo científico que alcanzaron muchos de sus colaboradores. Por ello, es lógico que a los muchos reconocimientos nacionales e internacionales que ha recibido por su desempeño profesional se haya sumado este otro, también otorgado por sus pares.


  • CONIN, CONPAN, desnutrición infantil, Fernando Monckeberg, investigación, Oscar Brunser, salud pública, saneamiento ambiental
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