¿Sabías que una de cada diez personas con peso normal presenta Síndrome Metabólico al igual que los obesos? Esta condición en personas de contextura normal, aumenta el riesgo de patologías crónicas tanto como en obesos. A este grupo de personas se le puede denominar “flacos engañosos” o delgados metabólicamente obesos.

María Pía de la Maza, Médico Cirujano, Magíster en Nutrición Humana. Profesora Asociada, INTA – Universidad de Chile

El Síndrome Metabólico (SM) es la coexistencia de varias condiciones asociadas entre sí no por azar; entre éstas están: hipertensión arterial o presión alta, alteraciones de la glicemia (azúcar de la sangre), triglicéridos elevados y colesterol bueno (HDL) disminuido, junto con aumento de grasa abdominal. Todos estos factores juntos constituyen un SM, que determina en las personas que lo presentan un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y de algunos cánceres.

Este síndrome fue descrito hace décadas como el cuarteto de la muerte. Puede estar presente en personas delgadas aparentemente sanas en cuanto a su relación peso/talla e Índice de Masa Corporal (IMC = peso/talla2) pero que tienen aumento de la grasa profunda, que se encuentra dentro de tórax y abdomen rodeando los órganos. Esta grasa, que no se aprecia a simple vista ni es detectable con los parámetros clínicos habituales como mediciones de pliegues o circunferencias, es más peligrosa que la grasa subcutánea (conocida como rollito común) porque aun cuando en volumen total es de mucha menor cuantía, metabólicamente se comporta distinta.

Cuando esta grasa aumenta su volumen, incrementa el número y tamaño de las células grasas que la componen, se infiltra de glóbulos blancos y secreta sustancias nocivas proinflamatorias y procoagulantes. Estos depósitos anormales de grasa serían el origen de la resistencia a la insulina y las alteraciones propias del SM. Si sujetos delgados, es decir con IMC normal, acumulan mayor cantidad de este tejido graso intraabdominal, constituyen entonces un grupo engañoso, aparentemente saludable, pero con alto riesgo de tener enfermedades crónicas.

¿Cómo se puede saber si hay grasa rodeando los órganos?

En la práctica clínica habitual se utiliza como indicador la medición del perímetro de cintura, que no mide directamente este compartimiento, pero asume que a mayor perímetro existe mayor grasa intraabdominal. Se considera que a partir de un perímetro de cintura de 80 cm en mujeres y 90 cm en los hombres comienza el riesgo de tener SM. En tanto, la única manera de detectar y cuantificar la grasa es a través de imágenes (con una resonancia nuclear magnética o tomografía computada) lo que se hace solo con fines de investigación.

A través del tiempo los puntos de corte para definir anormalidad en la circunferencia de cintura se han puesto más exigentes, porque se ha visto en distintas poblaciones que, por razones genéticas, el nivel de riesgo puede comenzar a menor peso y menor circunferencia de cintura. Ciertas etnias como los sudasiáticos tienden a tener muy alto riesgo cardiovascular y diabetes a menor peso y perímetro de cintura. Los latinoamericanos y los hispanos aparentemente tenemos un patrón de riesgo similar, es decir tendemos a acumular mayor grasa intraabdominal y esto genera insulino resistencia con las demás consecuencias que determinan el SM (elevación de presión, alteraciones del azúcar y de los lípidos circulantes).

Además de la influencia genética, influyen en el SM la alimentación, el sedentarismo y los hábitos poco saludables. Un obeso (no mórbido) activo físicamente puede tener menor riesgo cardiovascular que un flaco sedentario, esto indica que una persona delgada, pero sedentaria no está libre de riesgo. Por lo tanto, el sedentarismo por sí solo aumenta el riesgo cardiovascular.

Qué signos y síntomas deben alertarnos

Como se indicó el sedentarismo es perjudicial, pero si al ser sedentario se suma haber ganado peso en el tiempo o aumentado el perímetro de cintura y talla de ropa (por ejemplo, el pantalón no cruza), puede ser una señal más preocupante. Es importante hacerse exámenes de control que permitirían detectar alteraciones. Por ejemplo, el ascenso de la presión arterial es un indicador, o que en los exámenes de sangre los triglicéridos estén elevados, que el colesterol HDL esté disminuido, que la glicemia esté sobre los niveles normales, que la insulina en ayunas sea elevada, así mismo, el diagnóstico de hígado graso, también es sugerente de que hay un aumento de grasa abdominal y resistencia a la insulina.

Como estas condiciones tienden a heredarse, hay que tener en cuenta los antecedentes de salud de la familia, por ejemplo, familiares con diabetes y enfermedades cardiovasculares constituyen señales de alarma, que debieran fomentar los controles periódicos y la adopción de estilos de vida más saludables.

El SM es más frecuente en hombres, porque acumulan más grasa visceral que las mujeres debido a que sus niveles de andrógenos (hormonas masculinas) son elevados. Las mujeres tienen una distribución de grasa distinta que los hombres, sin embargo, esta característica cambia con la menopausia, pues con el cese de la producción de estrógenos, que son protectores, puede ocurrir un cambio de la distribución de la grasa, generando un aumento del riesgo.

En adultos, el SM está definido, pero también puede estar presente en los niños aumentando en ellos el riesgo cardiovascular, hecho que está ocurriendo cada vez a edades más tempranas en población obesa y sedentaria.

Cómo prevenir el Síndrome Metabólico

Educarse en hábitos de vida saludable que estén bien definidos y que se mantengan durante toda la vida:

  • Tener una dieta saludable, por ejemplo, la mediterránea que propone un consumo diario de verduras, frutas, legumbres, pescado, aceite de oliva y lácteos fermentados y recomienda consumir solo ocasionalmente comida rica en grasa saturada, azúcares simples y carnes rojas elaboradas.
  • Realizar actividad física, la dosis mínima necesaria es de 150 minutos a la semana. Caminar rápido sirve mucho, pero lo ideal es complementar este tipo de ejercicio que es aeróbico (caminar tan rápido que no deje conversar) con otro tipo de ejercicio que tenga carga de peso (pilates, yoga, pesas, etc.)
  • Realizarse controles médicos y exámenes de salud preventivos de forma regular.

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