Estamos diseñados para movernos, explorar, adaptarnos al entorno y comunicarnos; pero en algún momento de la historia decidimos quedarnos quietos, entonces le quitamos valor a la actividad física. Olvidamos que la silla se creó para descansar y hoy tenemos que pararnos para descansar de estar sentado. Algo estamos haciendo mal y es tiempo de ocuparnos, por lo que todos los programas que apunten a modificar malos hábitos son imprescindibles, porque si no entendemos la importancia de dedicar tiempo al ejercicio y a comer sano, deberemos dedicarle tiempo y recursos a la enfermedad.

Por Fernando Concha Laborde, Profesor de Educación Física

Desde el año 2000, el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), a través del Dr. Fernando Monckeberg, académico de la Universidad de Chile, lidera diversas investigaciones en población preescolar, que aportan evidencias para la toma de decisiones, a nivel de políticas públicas. A través de una serie de intervenciones, que entregan estrategias y material educativo para docentes, párvulos y familias, el INTA intenta revertir los altos índices de malnutrición, por exceso y sedentarismo, que afectan a niños y niñas.

Actualmente un 25,3% de los escolares de 6 años presentan obesidad y alrededor de 28%, sobrepeso, es decir que más de la mitad de los niños, de ese rango etario, tienen sobrepeso. En un estudio realizado por INTA, cuya muestra abarcó niños de entre 6 y 8 años, se detectó que sólo  33% de los niños y  15% de las niñas cumplían con la recomendación diaria de 60 minutos de Actividad Física Moderada a Vigorosa (AFMV), actividades que tengan un nivel de intensidad suficiente como para obtener beneficios a la salud en esas edades. En cuanto a las clases de Educación Física, se evidenció que en una clase de 90 minutos, en promedio, sólo se realizan 15 minutos de AFMV y que alrededor de un 30% de las clases son destinadas a otros fines (reemplazo por otra asignatura, actos, celebraciones, reuniones, evaluaciones pedagógicas, entre otras). En el caso de los párvulos asistentes a jardines infantiles, sólo un 5% del tiempo de permanencia diaria es utilizado en AFMV.

Un estudio necesario

Estos antecedentes y la necesidad de seguir generando evidencias, motivaron al INTA a postular a una licitación abierta por el Ministerio del Deporte para poder evaluar la “Contribución de las sesiones del componente Jardín Activo de las Escuelas Deportivas Integrales (EDI) al incremento del tiempo de actividad física en niños y niñas de 3 a 5 años”.

Jardín Activo (JA) es un componente del programa EDI que otorga a menores de entre 3 y 5 años sesiones de actividad física, a cargo de profesores de educación física o monitores deportivos, basadas en el desarrollo de habilidades motrices básicas; también se incluyen otras actividades con objetivos transversales en el área de las Guías Alimentarias Basadas en Alimentos (GABA) y Habilidades para la Vida (HPV). La estrategia cuenta con un equipo integral que incluye  nutricionista y  psicólogo, ambos profesionales para un territorio determinado. Al momento del estudio existían 523 Jardines Activos que se realizaban en 311 escuelas y 221 jardines infantiles de JUNJI e INTEGRA de nuestro país. Para la muestra final el IND solicitó que incluyera sólo colegios, la correspondiente autorización de cada establecimiento, así como la de los apoderados.

Para el INTA y todo su equipo de investigadores liderados por Juliana Kain, Gabriela Salazar y Fernando Concha, con la colaboración de Bárbara Leyton, Johana Soto y más de 20 profesionales en terreno, fue gratificante evidenciar, a través del proyecto, el real impacto que esta política pública está teniendo, además de poder generar recomendaciones para mejorar su desarrollo. El mayor desafío fue implementar, en poco tiempo, una logística que permitió levantar datos desde 8 regiones del país incluyendo 28 comunas y 186 establecimientos educacionales.

Sobre las mediciones

El estudio recogió una serie de datos relevantes para la definición de programas y sus metodologías. Se utilizó la más avanzada tecnología en el campo de medición de la intensidad de la actividad física, conocida como el acelerómetro. Estos monitores, del tamaño de un reloj, se ubican en la cintura o sobre el pantalón y permiten sin dañar a las personas, conocer el tiempo, la intensidad y la duración de los movimientos.  El uso de esta herramienta permitió observar 408 jornadas escolares, considerando que durante cada día se monitorearon todas las actividades desarrolladas, además de 212 sesiones de jardines activos, donde también se registraron todas las actividades y, para cada una de ellas, la habilidad motora que predominó junto a la tarea motriz intencionada. El tiempo e intensidad de la actividad física también fueron considerados en ambos casos y a través del uso de sensores de movimiento y de la acelerometría, se pudo registrar directamente la intensidad de cada actividad física. Se aplicó también una Encuestas de Satisfacción del programa JA a los directores y educadoras de las instituciones participantes.

Principales resultados y conclusiones del estudio

En seis semanas de levantamiento de información en terreno (26 de octubre al 4 de diciembre de 2015) se monitorearon 408 jornadas escolares de las cuales 212 tenían JA, registrando 1.826 mediciones de acelerometría, las que siguieron un estricto proceso de revisión y validación para el análisis final, que consideró un total de 1.256 registros (628 párvulos). Cada uno contó con registros en una jornada escolar con jardín activo y otra jornada sin jardín activo.

La muestra se distribuyó en un 10,5% en la zona norte, un 64,8% en el centro y un 24,7%  en el sur, siguiendo la distribución que tenía el programa EDI y las posibilidades logísticas del estudio. Un 28% fue rural y un 71,3% urbano, con una distribución similar entre hombres y mujeres.

Los principales resultados arrojaron que el nivel de cumplimiento de las sesiones observadas de JA alcanzó un 87,7% de las programadas, con una asistencia promedio del 88% de los párvulos. La frecuencia semanal fue de un 72,2% (3 veces por semana), mientras que el lugar predominante donde se ejecutó fue el patio techado y descubierto, en un 50% de las veces.

Para esta población infantil, se recomiendan 60 minutos diarios de intensidad moderada a vigorosa, es decir, que implique un gasto energético significativo de manera que impacte a la salud del párvulo. El estudio evidenció que en promedio, una jornada escolar de 6 horas, cuando no está el taller del IND, destina el 9,3% de su tiempo a una actividad moderada a vigorosa; sin embargo, cuando está el taller, este porcentaje se incrementa a un 12,5%, disminuyendo el tiempo sedentario significativamente. De esta forma el programa cumple uno de sus grandes propósitos, aunque de todas maneras el porcentaje está por debajo de lo deseado.

Al analizar exclusivamente la sesión, el estudio mostró que el taller más efectivo es aquel que tiene una duración programada de 45 minutos. Esto radica en que el tiempo real de esa sesión es proporcionalmente mayor que cuando lo programado es de 60 ó 90 minutos. También hubo que determinar cuánto era el tiempo de actividades prácticas, y se demostró que mientras más dura una sesión, el tiempo para que los párvulos se muevan es proporcionalmente menor

Otra de las áreas de estudio se concentró en el tipo de actividades que se desarrolla en un taller: circuitos, estaciones, dinámicas, ejercitaciones y juegos motores, siendo esta última la predominante. A su vez, los evaluadores en terreno pudieron clasificar el tipo de habilidad motora que cada una de las actividades consideraba, siendo las de locomoción las más abordadas, por sobre las actividades de manipulación y equilibrio. En esta parte del estudio lo más significativo fue que se determinó el tiempo que un párvulo le destina a cada tarea motriz propuesta,  y se mostró que, independiente de la duración de las sesiones, centra su propuesta en tareas que desarrollan el tren inferior, dejando muy abandonado el tren superior; entregándole bastante tiempo a correr y saltar y, poco y nada de tiempo a traccionar, afirmar o soportar entre otras valiosas tareas que le brindarían un desarrollo integral al proceso.

Finalmente la encuesta determinó que el programa está altamente valorado por directoras y educadoras de párvulos, quienes consideran que JA es pertinente a los proyectos educativos y contribuye al desarrollo de los párvulos. Sin embargo, aún cuando reconocen que los profesionales de IND son un aporte para desarrollar competencias y habilidades en las educadoras, su participación en las sesiones sólo llega a un 46% de las sesiones y se focaliza, principalmente, en apoyar la disciplina y la higiene.

Recomendaciones y desafíos del estudio

Es vital darle continuidad al Jardín Activo en esta población, idealmente aumentando la frecuencia de las sesiones, apuntando a una diaria, realizando sesiones de 45 minutos que resguarden el tiempo de actividades prácticas, es decir, espacios para moverse.  Por otra parte no exceder los 60 minutos en las sesiones, ya que el estudio demostró que un tiempo mayor deja de ser efectivo.

Intencionar las actividades prácticas con nuevas metodologías que permitan incrementar la proporción del tiempo de AFMV y, de esta forma, contribuir con el cumplimiento de las recomendaciones internacionales respecto a intensidad de la actividad física propuesta para una sesión. Las sesiones deben estar a cargo de un profesor de Educación Física con especialización en educación preescolar, capacitado en metodologías que den cuenta de las actuales necesidades de actividad física, de manera que se resguarde el proceso de desarrollo motor y se minimicen carencias importantes, desde el punto de vista del abanico motor que debiera tener un párvulo. Considerando el valor del juego motor, tanto en las áreas cognitivas, motrices, afectivas, valóricas y sociales, se recomienda que las metodologías pedagógicas utilizadas, durante la jornada escolar, y en especial durante la JA, lo incorporen como estrategia de aprendizaje intencionado de/en la AFMV.

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