Roberto Bravo-Sagua, Bioquímico; PhD en Bioquímica, Universidad de Chile. Profesor Asistente, Laboratorio de Obesidad y Metabolismo Energético (OMEGA), Unidad de Nutrición Pública, INTA, Universidad de Chile y Colaborador Advanced Center for Chronic Diseases (ACCDiS).

Mientras la hormiga trabaja reuniendo alimentos durante el verano, la cigarra canta y holgazanea. Cuando llega el invierno, la hormiga lleva una apacible vida de abundancia; la cigarra, en cambio, no tiene un final feliz. Esta fábula, de 2600 años de antigüedad, contiene el concepto clave para un envejecimiento exitoso: la anticipación. ¿Anticiparse a qué? A todos los cambios que tienen lugar durante la vejez.

La vejez es una etapa de la vida de mayor vulnerabilidad, producto de distintos cambios que experimentan los adultos mayores:

  • Con el paso del tiempo, la fuerza física y la capacidad intelectual experimentan un desgaste natural,
  • La longevidad trae consigo la muerte de seres queridos contemporáneos
  • La salida del campo laboral y la dependencia de pensiones para subsistir tienen un impacto a nivel psicológico y económico
  • Ocurre la fragmentación de la familia cuando los hijos se dispersan para formar sus propios núcleos familiares,
  • Los adultos mayores están sujetos a discriminación y a espacios que no están diseñados para sus necesidades.

A pesar de todas estas amenazas, padecer limitaciones e infelicidad no es una característica obligatoria de la tercera edad, sino que, al contrario, ellas se pueden evitar. Entonces, la meta que tenemos por delante es alcanzar un «envejecimiento exitoso», caracterizado por satisfacción personal, una vida social activa y manteniendo plena autonomía.

Las investigaciones realizadas a este “envejecimiento exitoso” muestran que son innumerables los factores que determinan la calidad del envejecimiento. Sin embargo, es posible agruparlos en tres categorías: por un lado, existen factores genéticos predeterminados desde el nacimiento; en segundo lugar, el entorno de cada persona juega un papel importante; y finalmente, están las decisiones que tomamos y que determinan nuestro estilo de vida. A lo largo de nuestra infancia, adolescencia y adultez, estos factores dictarán las condiciones con que lleguemos a la tercera edad, tanto en términos de relaciones afectivas, salud física y capital económico, entre otros. En ese sentido, llegar a la tercera edad en un óptimo estado de salud es uno de los factores fundamentales para tener una buena calidad de vida.

Así como en la fábula de la hormiga y la cigarra, el camino para un envejecimiento saludable requiere de acumular «reservas» durante la vida, para llegar a la tercera edad con la robustez suficiente para enfrentar sus desafíos. Estas reservas corresponden a la capacidad de nuestro cuerpo para llevar a cabo sus funciones básicas y adaptarse a los cambios. Son los músculos que nos proporcionan fuerza, son los huesos que sostienen y protegen a los demás órganos, son las conexiones neuronales que contienen nuestras ideas y recuerdos. Cada uno de los componentes de nuestro cuerpo cumple un papel importante y todos ellos están sujetos a deterioro conforme pasa el tiempo.

Las decisiones que tomemos que promuevan la buena salud (dieta balanceada, actividad física, bienestar emocional, relaciones sociales positivas) nos permitirán evitar las enfermedades crónicas (cáncer, hipertensión, diabetes, problemas cardiacos), las cuales causan daño a nuestros órganos, disminuyendo así nuestras “reservas de salud”. Esta situación es sumamente delicada, considerando que el daño que producen  es, en general, irreversible. Adicionalmente, dado que estas enfermedades persisten en el tiempo, no sólo es común que se manifiesten en la tercera edad, sino que, además, una fracción importante de adultos mayores presenta más de una de estas enfermedades a la vez.

En vista de lo anterior, el envejecimiento y las enfermedades crónicas se han transformado en una prioridad de investigación a nivel mundial, todo esto sumado a la creciente velocidad del envejecimiento poblacional. Estos temas son particularmente importantes en Chile, que es uno de los países que envejece con mayor rapidez en la actualidad.

Por lo tanto, las tareas que tenemos por delante en el campo del envejecimiento son:

  • Como individuos, debemos tener hábitos de vida saludable y evitar los factores de riesgo, para así preservar nuestras “reservas de salud”. Asimismo, debemos tomar conciencia de la importancia de prevenir las enfermedades crónicas realizándonos chequeos de salud oportunos y siguiendo los tratamientos adecuados.
  • Como científicos, debemos estudiar los mecanismos por los cuales ocurren las enfermedades crónicas y el envejecimiento. Estas investigaciones deben tener por objetivo el desarrollo de nuevos métodos de prevención, detección y tratamiento temprano de los problemas de salud, de modo de intervenir mucho antes de que se comience a provocar el daño. Tal es el desafío que hemos aceptado en el INTA, y, en el caso del Laboratorio OMEGA, entre otras acciones, se estáabordando a través del proyecto “Asociación entre el metabolismo energético celular y la calidad del envejecimiento en adultos mayores” (Proyecto PAI 77170004, CONICYT).
  • Como sociedad, debemos valorar a nuestros adultos mayores, no sólo por la contribución que ya han realizado en el pasado, sino además como personas que tienen mucho más que aportar en el presente y futuro de nuestro país.

Si entre todos asumimos estos compromisos, lograremos encaminarnos hacia una sociedad más justa, respetuosa y armónica a lo largo de todas las etapas de la vida.

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