Cada día aumentan los usos y aplicaciones de estos microorganismos en diferentes alimentos de consumo diario y masivo y como suplementos alimentarios (cápsulas, comprimidos), todos ellos basados en estudios clínicos que reafirman sus efectos y comprueban su inocuidad, garantizando que su consumo, desde el nacimiento, es inofensivo para el ser humano.

Dra. Sylvia Cruchet Muñoz, Académico, INTA – U. de Chile.

El término “probiótico”, usado por primera vez en los sesenta, significa “pro vida” y, aunque está “de moda”, siempre los probióticos han sido indispensables para la vida. Los efectos de ciertas bacterias se han observado por más de un siglo, incluso hace dos mil años, el romano Plinio ya recomendaba la leche fermentada para tratar la gastroenteritis aguda. La particularidad de estos microorganismos vivos, que de manera innata recubren el aparato digestivo desde que nacemos, es que resisten la digestión normal y llegan vivos al colon, afectando positivamente la salud del ser humano, siempre que se consuman en cantidades adecuadas.

Numerosas cocinas en el mundo están incorporando comidas o bebidas fermentadas por diferentes microorganismos que suelen ser productos en base a leche, alimentos como el kimchi (coliflor fermentada) de Corea del Sur o el sauerkraut (chucrut) alemán. Como el número de publicaciones y productos comercializados sobre el tema han aumentado considerablemente en los últimos años, surgió la necesidad de consensuar el concepto probiótico, tarea realizada por el Comité de Expertos de OMS/FAO que los describe como “microorganismos vivos que, cuando son ingeridos en números adecuados como parte de un alimento, aportan beneficios a la salud del huésped”.

Elegirlos y entenderlos como alimentos funcionales, desde la perspectiva de la nutrición y la prevención de enfermedades derivadas de la alteración de la flora intestinal, es vital para lograr sus efectos. El tubo digestivo (TD) está poblado por, a lo menos, mil especies de bacterias y levaduras, la mayoría aún no identificadas. Son cien billones (1014) de microorganismos los que, aproximadamente, forman la microflora intestinal (MI) cuyas funciones nutricionales, metabólicas e inmunes son indispensables para el huésped que, a su vez, entrega nutrientes y crea las condiciones para su crecimiento.

Durante la gestación, el tubo digestivo del feto humano es prácticamente estéril porque la colonización bacteriana ocurre fundamentalmente en el parto; cuando es vaginal se adquieren oralmente desde la micro flora fecal o vaginal de la madre, mientras que en una cesárea el proceso es más lento y vienen del ambiente y del personal hospitalario en contacto con el bebé.

La importancia de la calidad de la flora

Una flora de buena calidad cumple diversas funciones nutricionales como la producción de vitaminas (K, B6, B12,B9), que son absorbidas y aprovechadas por el organismo. También evita la pérdida de energía que se concentra en las deposiciones de los alimentos no digeridos ni absorbidos por el intestino delgado, permitiendo su recuperación. Los sustratos que se obtienen del colon constituyen el llamado rescate colónico de energía que corresponde a carbohidratos no digeribles como el almidón resistente y los poli y oligosacáridos, que forman la fibra soluble, presente mayormente en frutas y verduras.

Estas bacterias son distintas al resto de las que consumimos y eliminamos diariamente porque son inofensivas, no producen daños ni infecciones, -siempre que sean de origen humano (aunque algunas especies provienen de plantas o productos lácteos), y sobrevivan en su tránsito por el tubo digestivo resistiendo los efectos de la acidez gástrica, de las sales biliares conjugadas y de las enzimas intestinales y pancreáticas del intestino delgado, para ayudar a evitar el crecimiento de otros microorganismos y permitir la absorción de nutrientes.

Durante los últimos años se ha evaluado un número importante de bacterias para determinar si tienen propiedades afines con algún probiótico que pudiese ser usado con fines de prevención en salud o terapéutico. Se advierte  que hablamos de efectos cepa-específicos donde diferentes cepas de una misma especie pueden tener capacidades funcionales diferentes, incluso antagónicas.

Los probióticos más frecuentes en alimentos o en suplementos nutricionales

La mayoría de los probióticos comercializados corresponden a los géneros de Lactobacillus y Bifidobacterias, han sido  muy bien investigados e incorporan el estudio de las subespecies o cepas específicas. Suelen agregarse a ciertos alimentos como yogures, leches cultivadas, fórmulas para lactantes o bebidas lácteas, entre otros. Un buen ejemplo es Lactobacillus reuteri Protectis, usado en tratamientos y en prevención, por sus efectos en el cólico del lactante, en diarrea aguda o asociada al uso de antibióticos. Se consume en gotas desde los primeros días de vida, en comprimidos masticables o se incorpora en fórmulas para lactantes.

Otros ejemplos de probióticos, que también se agregan a alimentos infantiles son el Bifidobacteriun lactis BB12, cuyas propiedades fortalecen la inmunidad, el Lactobacillus johnsonni La1 presente en bebidas lácteas, que ayuda a mantener erradicado el Helicobacter  pylori de la mucosa gástrica y el Lactobacillus rhamnosus GG que también se encuentra en bebidas lácteas o en sachets y su efecto es vital para la diarrea y la estimulación del sistema inmune. Finalmente Saccharomyicces boulardii es una levadura usada en diarreas agudas y prevención  de diarreas asociadas a antibióticos.

Cada día aumentan los usos y aplicaciones de estos microorganismos en diferentes alimentos de consumo diario y masivo y como suplementos alimentarios (cápsulas, comprimidos), todos ellos basados en estudios clínicos que reafirman sus efectos y comprueban su inocuidad, garantizando que su consumo, desde el nacimiento, es inofensivo para el ser humano. Tanto es así que el L. reuteri Protectis probiótico aislado de la leche materna, tiene efectos fundamentales para el desarrollo y la maduración del aparato digestivo del recién nacido y es uno de los tantos microorganismos presentes en la leche materna.

Es en esta forma como los probióticos, indispensables para la vida, contribuyen con la inmunidad disminuyendo la intensidad de un resfrio, acortando el tiempo de duración de infecciones respiratorias altas y colaborando en el manejo de la rinitis alérgica, además de tener reconocidos efectos en el Síndrome de Intestino Irritable (SII). Estos y todos sus efectos están validados con estudios clínicos y cada cepa cuenta con su debido respaldo científico.

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