Sep 22, 2015 nutyvida Perfiles Comentarios desactivados en Mariana Cifuentes Koster, La libertad y el desafío de ir un paso adelante
Aquí tengo la autonomía para ser y hacer muchas cosas distintas a la vez, escribo, organizo, creo, estudio y aprendo; no hay límites. La investigación te da libertad para entrar en lo desconocido, en lo que no está definido y dar un paso más allá para implementar una nueva forma de hacer las cosas, eso es lo que más me entretiene porque nunca sabes donde vas a terminar”.
La libertad es su búsqueda, lucha y logro. Intensa, apasionada y comprometida, Mariana Cifuentes Köster es fiel y agradecida con la Universidad de Chile porque le ha permitido crecer y desarrollar los temas que la apasionan, sin trabas y de forma independiente. La manera de ser abierta y pluralista de esta institución fue lo que llamó su atención al momento de elegir una universidad, mismas características que la motivaron a acercarse al INTA para su desarrollo profesional; lo que sin duda ha sido un desafío para la autodisciplina y el compromiso, dos cualidades que ella bien conoce. “Desde que llegué al INTA me di cuenta que no me había equivocado porque acá no te dicen lo que tienes que hacer, te ponen el computador al frente para que generes, crees y hagas lo que tú crees y eso es impagable”.
Químico Farmacéutico de la Universidad de Chile, mejor puntaje de ingreso de su generación, nunca ha sentido el encierro o la monotonía que la mayor parte de las personas experimentan o creen que produce trabajar en un laboratorio u oficina. La libertad a la que ella se refiere es interior, es más intelectual que física, tiene que ver con el dinamismo que le entrega la investigación y el desafío constante de ir siempre un paso adelante. “Siento que en la carrera de Farmacia aunque uno esté, entre comillas, encerrada trabajando, igual tienes mucha libertad porque finalmente está en uno la libertad de crear, de pensar, de generar y yo creo que eso es lo que me gusta y lo que me llevó hasta acá. Lo cierto es que nunca lo planifiqué”.
Estudiar una carrera “seria”
Independiente y autónoma, jamás pensó terminar en un laboratorio. Es de esas personas que gustan del presente, vivir el día a día. Doctora en Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Rutgers, se siente cómoda hoy con lo que está haciendo. Siente que está todo bien y es esa misma comodidad la que le va mostrando el camino a seguir. Así se han ido dando las cosas para ella.
Recuerda que nunca fue de esas niñas curiosas que agarraban la enciclopedia del abuelo o preguntaban todo lo que se les venía a la cabeza buscando respuestas a la gran cantidad de incógnitas que el mundo comenzaba a mostrarle. En realidad no son esas las historias que la identifican. Lo que ella recuerda es que le gustaba todo, que tenía habilidades para distintas cosas y eso la confundió bastante al momento de elegir una carrera. “En el colegio mis intereses entre científico y humanístico eran super paralelos. Toda la vida, siempre, estuve metida en talleres de teatro; actividad que había en el ramo de castellano yo hacía que fuera con alguna presentación de teatro”.
Tal vez fue el consejo de sus padres, Raúl y Gerda, de primero estudiar una carrera “seria” y dejar el teatro como hobby, o quizá, “de manera muy subconsciente”, el que su abuelo materno, Egon, quien llegó a Chile poco antes de la Segunda Guerra Mundial buscando oportunidades tuviera la que es hoy su profesión, la hicieron decidir.
Un viaje decisivo
Sin grandes planes y más rápido de lo que podía percibir, caminaba hacia la unión de la Farmacia con la Nutrición, encuentro que tenía sus raíces en la adolescencia cuando quería verse bien y estar sana. Este deseo de bienestar la fue llevando a tratar de entender y conocer los efectos de los alimentos en el cuerpo, como afectan en la digestión, en el sobrepeso e incluso en enfermedades.
“Siempre me interesó la salud y la biología, entender cómo funcionan las células, el organismo y el cuerpo humano en general, pero no me llamaba la atención, por ejemplo, trabajar con pacientes. Yo quería saber qué hacían los nutrientes cuando entraban al organismo. Entonces, elegí Química y Farmacia en la Universidad de Chile porque me pareció una carrera completa”.
Indagó en las plantas medicinales y en diversas teorías sobre alimentación consciente, hasta que se decidió a estudiar un Doctorado en Nutrición que se transformó en el inicio de un viaje hacia un mundo desconocido que tuvo como primera estación el calcio y los huesos y, la obesidad, como segundo y definitivo destino.
Las cosas se dieron sin mucha planificación porque ella creyó en su intuición, esa voz interna en la que nos cuesta confiar a los seres humanos más bien acostumbrados a pruebas y cálculos científicos. Este tipo de guía intuitivo, que cambia la razón por la emoción, sumado a su responsabilidad y compromiso con lo que cree, la llevó a buscar el financiamiento para el proyecto que terminó dándole un nuevo rumbo a su carrera.
Cómo llega al INTA
En el cuarto año de su Doctorado en Nutrición en la Universidad Estatal de New Jersey, decidió retomar contacto con el Instituto donde hizo su memoria de pregrado. Le escribió al Director del INTA, en ese momento el Dr. Ricardo Uauy, contándole lo que hacía pidiéndole una reunión. El Dr. Uauy aceptó.
Fue así como la Navidad del 2001 le traería un regalo profesional que era el fruto de su curiosidad y empuje. Junto con visitar a su familia fue invitada al INTA y el Dr. Uauy la llevó “a escuchar y participar brevemente de una de esas reuniones difíciles, parece que era algo sobre presupuesto y todos estaban reunidos en la sala 4 y yo observaba. Después hablamos de mis proyecciones y le contesté que uno de mis fuertes temas de interés era la obesidad, que si bien yo estaba estudiando el tema huesos la mirada era desde la pérdida de peso”.
También le presentarían a la doctora Cecilia Albala, quien además de recibirla en el INTA sería la encargada años después de abrir las puertas y entregarle las llaves del laboratorio de Nutrición Básica y Epidemiología Genética que actualmente dirige.
Antes de regresar a Chile, tenía dos metas claras: trabajar en el INTA y conseguir el financiamiento que necesitaba su proyecto Receptor Sensor de Calcio, que es lo que investiga hasta la fecha y que el año 2014 la hizo acreedora del Premio a la Investigación Científica Universitaria del Banco Santander. Esta idea inicialmente tenía una mirada más clínica que dio un giro con la evaluación que tuvo su postulación a la beca, ya que la crítica fue que era muy observacional para un doctorado, lo que la llevó a mover- se desde lo clínico, que es lo que hizo mayoritariamente en Estados Unidos, hacia el mundo de las células, algo que tiene que ver más con los mecanismos y fenómenos que ocurren en lo más profundo e invisible para nosotros; mecanismos que estarían generando todo lo que somos capaces de percibir o simplemente ver.
Fiel a sus raíces
Madre de un hijo de tres años, esposa, dueña de casa, investigadora, Profesor Asociado del INTA de la Universidad de Chile, es una de tantas mujeres que intenta combinar de forma equilibrada y sana los distintos roles de la mujer moderna. Cuenta que el ser madre fue una decisión bien consciente ya que sabía que le daría un nuevo rumbo a su vida, en el que la capacidad de adaptarse y la paciencia serían los protagonistas. Efectivamente así fue, ya que si antes dedicaba largas horas extras de trabajo en su laboratorio, investigando y tratando de llegar siempre un poco más allá con sus investigaciones hoy la realidad es que tiene que coordinarse diariamente con su marido para llegar a tiempo a casa a relevar a la señora Elda, “una señora maravillosa” que cuida a su hijo Gabriel desde los cuatro meses, cuando terminaba su postnatal, que todos los días va “desde su casa en la comuna de San Ramón a mi casa en Providencia, luchando contra el Transantiago y todo para estar ahí al pie del cañón, siendo todo lo que yo necesito para en el fondo poder desarrollar esto en forma tranquila. Es realmente importantísima”. “Gabriel está en la casa y desde que tuvo edad va medio día al jardín, en la tarde, porque es un dormilón… Se despierta tarde y decidimos que lo íbamos a dejar ser dormilón hasta que pudiera”. “Siempre considero que Gabriel es mi jefe, mi gran jefe”, dice con una sonrisa mientras cuenta que todos los días le cocina “porque yo le cocino todo lo que come, todos los días le dejo su almuerzo, todo planificado en la noche, dejo pocas cosas fuera de mi control”.
Así, mientras ella le cocina a Gabriel, su esposo Pablo Aravena, también Químico Farmacéutico, a quien define como “un gran cocinero” y con quien está casada desde el año 2011, prepara “una comida super, porque si no fuera por él yo agarro un tomate, un pedazo de pan y esa sería mi comida”.
Con Pablo, que trabaja en el laboratorio B. Braun, a quien conoció como estudiante de la Universidad de Chile y dejó de ver mientras estudiaba en Rutgers, aunque sin perder completamente el contacto, se cuentan las “vicisitudes del trabajo como cualquier pareja. Él es super empático con lo que yo hago y lo entiende bastante bien al contrario de muchas personas que son super incomprendidas en el área. Lo entiende y lo respeta mucho”.
“Me dio tranquilidad consolidar lo profesional y después tener un hijo, a lo mejor porque soy más grande y pienso más las cosas, pienso que no habría podido tener un hijo si no estaba segura con cosas que estaba haciendo profesionalmente porque un niño es tan demandante desde la parte humana que no podría haber estado preocupada de más cosas durante el embarazo y sus primeros años, es que tener un hijo es gigantesco”.
“A todos los congresos que yo he ido, hemos ido los tres, porque no soy capaz todavía de dejar a Gabriel por muchos días y Pablo lo ha cuidado. Y ahora que ya está más grande, en el último viaje se pasaron cuatro días todo el día solos juntos y obviamente, al final, Pablo lo maneja mucho mejor que yo. Yo ahora soy la fome, la de las res- ponsabilidades. Se llevan super bien y creo que están construyendo una relación especial de complicidad padre-hijo”.
Deportista, autoexigente, comprometida y rigurosa
Amante del deporte y la disciplina tuvo que trasladar su rutina de ejercicios a las 5.30 a.m. ya que es el único momento en que puede hacerlo tranquila; agradable hora también para salir a correr en Santiago cuando la ciudad duerme y el silencio se toma las calles.
“Pienso que eso es lo que me sostiene, para mí es más importante la constancia que la intensidad, lo hago si o si, dos veces a la semana y un día del fin de semana. Corro durante media hora y después hago un poco de ejercicios, dejo una hora sagrada para eso. Creo que si yo no lo hiciera me desequilibraría porque igual es intenso todo, es mi escape, me cuesta dejar ratos para jugar”.
Se describe como una mujer autoexigente, comprometida y rigurosa con sus quehaceres, tanto en casa como en el trabajo, le gusta tener todo listo a tiempo e incluso antes de tiempo, fue criada así y así funciona de forma automática, dice que es su patrón familiar.
“Es algo familiar hacer todo lo más perfecto posible, des- de chica me enseñaron que había que hacer bien las cosas o mejor no hacerlas, ese tipo de principios viene en mis raíces. Tuve una formación sumamente rigurosa en ese sentido, no de muchas reglas en casa pero sí de hacer bien las cosas, si haces algo hazlo bien, además de cumplir con lo que uno dice que va a hacer, tipo meta, horarios, etc. Soy de las que hacen todo anticipado”.
Su etapa escolar la pasó en el Saint George junto a su hermana menor Alejandra, realizadora de cine, que hoy vive en Buenos Aires y trabaja como asistente de dirección en publicidad, y con la que tiene casi siete años de diferencia. “Yo la pedí desde que tengo uso de razón, hasta que llegó cuando yo era bastante grande en términos relativos de otras relaciones de hermanos y siempre fue como mi niñita, como que yo era su mamá chiquitita, en el fondo ayudando a mi mamá a cuidarla”. Aunque a veces viene a trabajar a Chile, el contacto con ella es frecuente por mail o WhatsApp.
“No hay tiempo”, responde cuando se le pregunta sobre el Teatro. “Yo amaba hacer teatro y terminé en un laboratorio, nunca seguí con eso del teatro y en realidad tengo tan po- cos hobbies, aparte de salir a correr tres veces a la sema- na por las mañanas creo que no hay más. Siempre, cuan- do veo los avisos de talleres le doy una segunda lectura pero no, encuentro que ya estoy con el 200 por ciento de mi tiempo ocupado que no me da. Tal vez cuando ya sea jubilada tome un curso pero ahora no veo el momento”.
Desafíos para una renovación
Desde el año 2009 dirige el Laboratorio de Nutrición Básica y Epidemiología Genética, cuando la doctora Cecilia Albala le propuso hacerse cargo. Recuerda que al principio le dio miedo, sentía que era un desafío importante, no sólo desde el punto de vista profesional, sino también financiero porque sabía que no es fácil hacerse cargo de un laboratorio principalmente porque se depende de los fondos y recursos que se obtienen con los proyectos, lo que genera incertidumbre y se vuelve un constante reto.
En esta etapa la doctora Albala fue clave, y sintió su apoyo tanto en la implementación de equipamiento como en todo lo nuevo que tuvo que enfrentar. “Fue tirarse a la piscina y ser optimista. Lo aprendí de la doctora Albala, guardar los temores, creérsela y actuar porque el optimismo funciona. Hacerle el menor caso posible a los miedos y confiar en que las cosas van a salir”.
Desde ese primer proyecto donde describe el Receptor Sensor de Calcio, esta proteína se ha convertido en la protagonista de sus investigaciones. Descubierta primero en la glándula paratiroides, encargada de regular el calcio en el cuerpo, posteriormente descubierta también en otros tejidos cumpliendo otras funciones que no estaban relacionadas con el calcio. Este hallazgo encendió una nueva luz de alerta y búsqueda en su mente y quiso indagar su presencia en el tejido adiposo.
Cuenta que esta inquietud nació en Estados Unidos porque mientras vivía allá se divulgaban noticias con una nueva afirmación científica que decía que si tomabas suficiente leche y calcio controlabas la obesidad. Así fue como comenzó a mezclar estos mundos para tratar de descubrir qué ocurría con este Receptor de Calcio, si es que existía también en el tejido adiposo porque nadie había indagado en esto. Entonces lo que ella junto con las doctoras Cecilia Rojas y Cecilia Albala publican el año 2005 fue la afirmación de que este receptor, que en otras partes controla calcio, también está presente en la grasa y de ahí en adelante este ha sido el núcleo de su trabajo, el tratar de descubrir y ver qué hace en este tejido, determinar su función.
“Describimos que estaba presente en la grasa pero sin entender qué hace. Ahora a lo que me dedico es a ver qué hace esta proteína dentro de la grasa. Cómo tiene que ver con las enfermedades que se asocian a la obesidad”.
Explica que se cree que todos los males que tiene la obesidad provienen de la inflamación entre los tejidos y lo que ha observado es que cuando se activa esta proteína en la grasa produce más inflamación y hace que las células de la grasa no funcionen como tienen que funcionar; entonces podría ser que cuando este receptor está activado, es decir funcionando, ayude a que la obesidad se trasforme en algo enfermo. Porque, como se ha descrito, existen personas obesas pero bastante sanas y otros obesos enfermos.
Ahí está precisamente la clave: “la diferencia entre los dos es el funcionamiento del tejido adiposo, la grasa funciona de manera distinta y ahí podría ser que este receptor esté involucrado en este funcionamiento distinto y eso es lo que hemos estado investigando. En el detalle ver qué pasa con las células cómo responden”, explica.
“Creo que el trabajo que hacemos en el INTA se destaca principalmente por la docencia y los magister, tenemos un prestigio internacional que hay que cuidar y trabajar, además de la parte clínica que todos sabemos que está marcada por la erradicación de la desnutrición y esto es lo que nos ha respaldado durante años, pero siento que necesitamos renovarnos y trabajar en los temas de hoy, como la obesidad. Nuestro prestigio no es gratuito pero no podemos vivir todo el tiempo del pasado del doctor Fernando Monckeberg necesitamos volver a generar, no podemos quedarnos dormidos”. Es el desafío que se plantea la Doctora Mariana Cifuentes en la institución. Renovarse en relación con los temas y necesidades de la población chilena.
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