Dic 01, 2014 nutyvida Alimentos, Artículos, Consumidores, Salud pública Comentarios desactivados en Pérdidas de alimentos en un mundo con hambre
La comida es sustancial para la vida y todo lo que comemos lo ha cultivado o capturado alguien en algún lugar del planeta. Sin embargo, nunca antes habíamos estado tan desconectados con el proceso que siguen los alimentos hasta que llegan a nuestra mesa. La producción de alimentos hoy nos enfrenta a un problema grave y complejo debido a las pérdidas y desperdicios de los alimentos; las decisiones que se tomen determinarán si estamos capacitados para alimentar a los 9 mil millones de habitantes que seremos en el año 2050.
Por: Helen Navea, Médico Veterinario de la Universidad Mayor, Jovany F. Rivera, Egresado Ingeniería Agroindustrial de la Universidad Autónoma Chapingo de México, ambos pasantes del Laboratorio de Microbiología y Probióticos del INTA y Guillermo Figueroa, Jefe del Laboratorio de Microbiología y Probióticos del INTA de la Unicersidad de Chile
Existen diferencias conceptuales entre la palabra “pérdida” y la palabra “desperdicio”: “Pérdida” de los alimentos se refiere a la disminución de la masa disponible para consumo a lo largo de la cadena de producción y suministro. “Desperdicio” se refiere a las pérdidas derivadas de la decisión consciente de desechar los alimentos que aún se encuentran en buen estado para ser consumidos.
Pérdidas y desperdicios en el Mundo
Respecto a las pérdidas y desperdicios, estudios acerca de la producción mundial de alimentos muestran que si éstos fueran aprovechados en su totalidad, se podría ali- mentar dos veces a la población total de personas en el mundo. Es una ironía que en tal caso, un sexto de la población mundial se encuentre en situación de inseguridad alimentaria.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, entre el 30 y el 50% de la comida que producimos en el mundo se desperdicia, lo que se traduce en 1.300 millones de toneladas, con las cuales se podría alimentar a 3 mil millones de personas. Los costos de estos desperdicios son carísimos, pues hoy en día existen 800 millones de habitantes con hambre en todo el mundo.
Otras estadísticas de la FAO demuestran que la cantidad de personas subalimentadas por región alcanza, en lo más alto, a un número aproximado de 210 millones de personas para el continente africano, 160 millones para el Asia meridional y 40 millones para América Latina (Figura 1). Datos de la misma organización también nos revelan que existe una tendencia en cuanto a los niveles de desperdicio y desarrollo de un país, existiendo mucho mayor desperdicio en los países desarrollados que en los subdesarrollados. En estos últimos, el alimento se pierde debido a que no poseen la tecnología adecuada para las etapas de producción, postcosecha, procesamiento, almacenamiento y transporte. En cambio, en los países desarrollados, las pérdidas son derivadas de la decisión consciente de desechar los alimentos que aún se encuen- tran en buen estado, por lo que los desperdicios ocurren fundamentalmente en los propios hogares, restaurantes, supermercados y en la actividad agrícola.
En las regiones con subdesarrollo como el África subsahariana, por ejemplo, el 10 al 20% del grano cosechado sucumbe ante insectos, mohos y roedores, cifra que sería suficiente para alimentar a 48 millones de personas durante un año.
En los países desarrollados existen restaurantes donde las porciones servidas son exageradamente grandes, por lo que los excedentes son desechados al finalizar la jor- nada, a pesar de que el alimento se encuentre en buen estado. Por su parte, los gerentes hacen pedidos en ex- ceso de manera rutinaria por temor a que se acabe un producto en particular. Minoristas de alimentos estadounidenses sufren pérdidas que ascienden a 19.000 millones de kilogramos de alimentos cada año debido a estas mismas razones.
En cuanto a los supermercados, éstos desperdician los excedentes en vez de ofrecerlos a menor precio, pues al ofrecer productos más baratos, se reduciría la venta del mismo producto que tenga un precio mayor o completo.
A su vez, los consumidores también somos cómplices: hacemos compras en exceso, almacenamos alimentos de manera inadecuada y los desechamos según su duración mínima, siendo que ésta ha sido determinada en base a la pérdida de alguna característica organoléptica o de frescura máxima pero sin representar un problema de inocuidad. Por lo tanto, se crea un ciclo en el que, al tirar la comida, se consume más, aumentando la demanda, por lo que la oferta incrementará sus precios, aumentando con ello su valor en el mundo entero debido a que hoy el sistema está globalizado (Figura 2). Esta sería la principal razón por la que 800 millones de personas se encuentran en situación de inseguridad alimentaria: no pueden acceder a los alimentos debido a sus altos precios.
Respecto a la agricultura, los grandes agricultores se ex- ceden en sus plantaciones: Por lo regular plantan un 10% más con tal de no quedar en déficit con los contratos. También existe abandono de bloques enteros de cosecha por temor a inundar el mercado de alimentos, con la consecuente baja de precios. Además, las normas modernas exigen productos “perfectos”, por lo que los agricultores se ven obligados a desperdiciar aquellos productos que cumplen con todos los criterios de inocuidad pero no cumplan con las exigencias fenotípicas. Como con secuencia, habrá una menor cantidad de productos en comercialización y una mayor inflación.
La tecnología superior lleva cada vez más alimentos al mercado, sin embargo la abundancia resultante, que mantiene bajo los precios de los alimentos, sólo fomenta más desperdicio.
Latinoamérica y Chile
Nuestra región desperdicia alrededor del 15% de los ali- mentos que produce, representando el 6% a nivel mundial. Sin embargo, con tal cantidad de alimentos que se botan, en la mayoría de esos países se podría cubrir las necesidades de alimentación de las personas que no tienen cobertura alimentaria.
La FAO es enfática al señalar que: “la región de Latinoamérica cuenta con alimentos suficientes para que todos sus habitantes tengan una adecuada alimentación; el problema del hambre es fundamentalmente debido a que los sectores más vulnerables no cuentan con los medios económicos para acceder a ellos.” (FAO, 2014).
Países como Brasil han logrado disminuir a la mitad el nú- mero de personas que carecen de acceso a una buena alimentación; sin embargo, con lo que aún se sigue desperdiciando se podría alimentar a todos los que se encuentran en situación de inseguridad alimentaria.
Al igual que en los países desarrollados donde la mayor parte de las pérdidas de los alimentos sucede en la etapa de venta, comercialización y en los hogares, Chile no se encuentra exento de esta situación.
A pesar de los pocos estudios que se han realizado al respecto, una investigación realizada por la Universidad de Talca reveló que el 95% de los chilenos desperdicia comida diariamente. Más aún, el principal motivo por el que la mayoría de los chilenos desperdicia alimentos es porque “se olvidaron de que la comida estaba ahí”. Casos similares suceden alrededor del mundo (Figura 3).
Consecuencias del desaprovechamiento de los alimentos
Las pérdidas y desperdicios producen un gran impacto de diversas maneras, ya que no sólo repercuten en la disminución de alimentos disponibles, sino que también tienen un alto costo para el medio ambiente: generan una gran carga de contaminación orgánica al medio y gases de efecto invernadero debido a la descomposición. Además, producir los alimentos crea un desgaste de las fuentes de agua, pérdida de biodiversidad por los espa cios agrícolas que se abren cada día para la producción misma, y demás efectos negativos.
En cuanto al aspecto económico, el desperdicio de ali- mentos genera pérdidas importantes a todos los actores: productores, industrializadores y/o comercializadores y también para los compradores, ya que la disminución de la cantidad de alimentos en circulación genera un alza en sus precios debido a la contracción del mercado.
Necesidad de Concientización
El hecho de que millones de personas no cuenten no solo con una alimentación sana y balanceada, sino que no tengan siquiera acceso a los alimentos, es un tema que debería ser mejor atendido de lo que es actualmente. A pesar de que el principal problema de que existan personas que no cuentan con acceso a una justa y digna alimentación sea una cuestión social, política y meramente económica, el hecho de desperdiciar alimentos no se puede pasar por alto; resolver este problema sería uno de los primeros pasos y quizá el más importante para acabar con el hambre en el mundo.
Las pérdidas y desperdicios producen un gran impacto de diversas maneras, ya que no sólo repercuten en la disminución de alimentos disponibles, sino que también tienen un alto costo para el medio ambiente: generan una gran carga de contaminación orgánica al medio y gases de efecto invernadero debido a la descomposición. Además,producir los alimentos crea un desgaste de las fuentes de agua.
Las repercusiones que tiene el hecho de desperdiciar alimentos, tanto para el ambiente como para la sociedad en general deben detenerse, ya que el crecimiento acelerado de la población generará en un futuro cercano un problema mayor que podría volverse irreversible y que debe evitarse a toda costa. Si las pérdidas y desperdicios de los alimentos durante la cadena de proceso (desde que se cosechan o capturan hasta que llegan a los consumidores) son principalmente por cuestiones del aspecto fenotípico del producto más que de sus características nutricionales, entonces el problema de los desperdicios está en nuestra forma de pensar.
Además de concientizar a la población, se deben tomar acciones reales -personales y no solo institucionales- al respecto, pues es el paso más importante para acercar- nos cada día más a la solución: tener el deseo de resolver el problema y actuar como sociedad para así ayudar a aquellas personas que no pueden acceder a una justa alimentación.
Para más información:
http://www.fao.org/docrep/016/i2697s/i2697s.pdf http://www.magrama.gob.es/es/alimentacion/temas/estrategia-mas-alimento-menos-desperdicio/ http://www.fao.org/docrep/012/al390s/al390s00.pdf
http://www.fao.org/publications/sofi/2014/es/
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