Dic 29, 2011 nutyvida Alimentos y salud, Consumidores, Crónica, Nutricion, Salud pública Comentarios desactivados en Programa PROAT: Alimentación sana en el trabajo
No es de las de las preocupaciones más visibles de sindicatos, empresarios o autoridades, pero mejorar las condiciones nutricionales de los trabajadores se perfila como una de las grandes tareas que deberá abordar la institucionalidad del mundo del empleo, sobre todo luego de la gran cantidad de evidencia que confirma que una dieta balanceada y apropiada para el personal, mejora sustancialmente su rendimiento y disminuye los gastos por accidentes o enfermedades.
Según estudios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la disminución de la productividad por problemas nutricionales dejó de ser marginal. Los gastos por las llamadas Enfermedades no Transmisibles derivadas de la dieta, provocan serios descalabros económicos a las empresas y los estados: Sólo en Estados Unidos se invierten cada año, 12 mil 700 millones de dólares en costos derivados de la obesidad, y las proyecciones indican que para 2020, el 57 por ciento de la carga mundial de enfermedades estarán relacionadas con una mala alimentación.
Evidencias científicas han determinado que los efectos de una dieta desbalanceada son variados. Por ejemplo, la deficiencia de hierro (que se estima afecta a un 50 por ciento de la población mundial), provoca “estados de debilidad, flojera y falta de coordinación” dice un documento de la OIT. La hipoglicemia, es decir el bajo nivel de glucosa en la sangre, “reduce el periodo de atención y ralentiza la velocidad a la que se procesa la información”, dice el mismo texto, que agrega que estos problemas pueden disminuir la productividad de un trabajador entre un 20 y un 30 por ciento.
Este tema ha estado siendo considerado por algunas empresas en nuestro país. El Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), realiza desde hace cinco años asesorías sobre la calidad e inocuidad en la alimentación de trabajadores, llamados que han aumentado según su gerente de asistencia técnica, Carmen Gloria Yáñez: “Hay muchas empresas que están haciendo cosas y a nosotros nos consta que están cada día más preocupados del tema, porque entienden que la salud del trabajador está primero”.
Por esto es que decidieron consolidar en un solo proyecto las actividades que realizaban separadamente. El resultado es el Programa de Optimización de la Alimentación y Nutrición del Trabajador, PROAT, cuyo objetivo es mejorar los hábitos alimenticios, estado nutricional y control metabólico de los empleados y así disminuir licencias por enfermedad, accidentes, gastos en salud, mejora de las relaciones laborales y en la productividad de la empresa.
La nutricionista y coordinadora de PROAT, Astrid Caichac, explica que la iniciativa “nació en vista de la importancia de la calidad de vida laboral como determinante de la productividad de la persona y de su compromiso con la empresa”. Caichac cuenta que el proceso dura 12 meses y que incluye, en primer término, “un diagnóstico, donde vemos cómo come la gente, cuáles son los alimentos que tienen a disposición, si comen en un casino, o si ocupan ticket restorán, o si les dan dinero. También evaluamos su estado nutricional, exámenes médicos, y chequeamos también cuáles son sus condiciones de trabajo. Después se hace la intervención propiamente tal, y se finaliza con una evaluación de los resultados”.
Su primera aplicación se está realizando en conjunto con la minera Anglo American, división Los Bronces, enfocando la intervención en los trabajadores que presentan problemas de salud y que corren el riesgo de ser trasladados: “La empresa seleccionó a los 97 trabajadores que estaban con las peores condiciones de salud y que tenían el mayor riesgo de que tuvieran que sacarlos de la faena. Entonces el compromiso es que el trabajador se preocupe más de su salud con el objetivo de no perder su trabajo”, dice Caichac.
Carmen Gloria Yáñez explica que en este sentido, la empresa demuestra estar consciente de la importancia de la mano de obra calificada, por lo que no quiere perder a estos trabajadores: “Para trabajar en altura (4 mil metros en la mina Los Bronces) es necesaria una buena condición física, y para ellos es importante mantener trabajando a estas personas que tienen mucha experiencia”.
La realidad de los países varía, y cómo no, según su situación económica. Mientras en los países pobres, o en vías de desarrollo, la problemática es alcanzar los niveles aceptables de proteínas y calorías para el desarrollo de actividades generalmente ligadas al trabajo manual, y así evitar fatigas, pérdida de peso, de masa muscular, accidentes y ausentismo, en los países desarrollados el problema es distinto. El despegue económico, el ritmo de vida y el mercado no regulado han generado altos porcentajes de población obesa, una enfermedad que provoca, ausentismo, enfermedades y bajo rendimiento, asuntos nada despreciables si consideramos que más de mil millones de personas en el mundo sufren este mal según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La Organización Internacional del Trabajo, OIT patrocinó un estudio acabado sobre los impactos de las anomalías alimenticias en el trabajo en Food at Work: Workplace solutions for malnutrition, obesity and chronic diseases (2005), del periodista Christopher Wanjek. El texto se enmarca en la llamada “Agenda para el trabajo decente”, y en él se detallan exitosos ejemplos como los programas de entrega de fruta en forma gratuita, que han resultado muy populares entre los trabajadores en Dinamarca; la instalación de mercados en puestos de trabajo en California, EEUU; proyectos de seguridad para expendios callejeros en Sudáfrica; mejoramiento de la oferta alimentaria y aumento de subvenciones en México; instalación de refrigeradores con agua en Haití. Además explica las gestiones de los sindicatos de trabajadores para mejorar comedores, casinos y puntos de venta en Austria, Canadá y Singapur.
Aún así, Wanjek reconoce que los programas para atacar la malnutrición o la obesidad son dirigidos a niños y jóvenes en recintos educativos, y no en el lugar de trabajo, lo que considera como “una oportunidad perdida” al constatar que una persona pasa más del 33 por ciento de su tiempo trabajando.
La nutricionista Astrid Caichac explica que al iniciar el estudio en la minera Los Bronces, en junio de 2011, el panorama era complejo y se encontró con “pésimos hábitos de alimentación, muy ligados a una fuerte sensación de sacrificio que se sustenta en sus turnos de trabajo muy extensos, lejos del hogar, cosas que entienden como un sacrificio tan grande que tienen la necesidad de premiarse, y lo más fácil es con la comida. Por eso presentaban problemas de obesidad, hipertensión, colesterol alto y diabetes”.
Caichac dice que se enfocó el trabajo motivacional en el peligro que corrían de perder su fuente laboral, pero se sorprendió al constatar que la situación era distinta: “Pensamos que la principal motivación era que podían perder el trabajo, pero descubrimos que no, que lo que realmente quieren es verse bien, mirarse al espejo, mejorar su sexualidad con su señora. Por eso elaboramos la campaña en ese sentido, y la llamamos Mineros 100% Filete”.
“Existe un mito, porque hace 30 o 40 años atrás el minero hacia mucho ejercicio físico, con pala y picota, pero ahora todo está mecanizado y el mayor esfuerzo que hacen es apretar un botón o mover un joystick”. Por eso, explica, estos trabajadores tendrían el mismo gasto calórico que un oficinista.
“Es un asunto de cantidad de veces que comen, porque les dan un desayuno, que puede ser un churrasco con leche o té. Después a las 10 su “choca”, que son dos bebidas y un paquete familiar de galletas, un chocolate y un pan, y a la una almuerzan, entonces es un exceso y no tienen otra opción más saludable”, explica la profesional.
Actualmente el proyecto está en su proceso de implementación, el que consiste en talleres educativos, con charlas y talleres prácticos, en los que los trabajadores aprenden a leer el etiquetado nutricional, aprenden a mirar los rotulados de sus chocas y a calcular lo que comen.
Carmen Gloria Yáñez dice que están avanzadas las gestiones con otras mineras, pero también con otras instituciones, tanto del sector público como también privado, para implementar el PROAT en sus respectivas plantas.
Y es que una de las fortalezas del PROAT es que puede adaptarse a las necesidades propias de cada rubro. “Las realidades son distintas en cada lugar y el programa considera eso. No es lo mismo trabajar con las mineras que, por ejemplo, con una cadena de comida rápida, que tiene trabajadores jóvenes y que, a los tres meses de trabajar ahí, ya presentan problemas de sobrepeso”, acota.
Para el caso de Anglo American, Yáñez dice que el programa ha generado entusiasmo entre los participantes y se muestra optimista ante los resultados: “El próximo año veremos si se lograron los objetivos, pero ahora todos se muestran interesados y muy activos. Incluso se envían mails hablando de sus logros, que bajaron 2 kilos o que bajan su colesterol”.
El doctor Gonzalo Blanco, Superintendente de salud ocupacional de la empresa, confirma lo positivo que ha resultado la primera etapa de aplicación del PROAT: “Hasta ahora ha sido exitosa y muy bien recibida. Los trabajadores han participado activamente en cada una de sus actividades pues se dan cuenta que es un gran beneficio que le brinda la empresa el hecho de corregir parámetros que se han detectado alterados en los controles preventivos de salud que se realizan cada año”.
Blanco agrega que Anglo American está comprometida con la responsabilidad social que les compete y dice que esperan “que los trabajadores tomen conciencia de la importancia que tiene el estar en óptimas condiciones físicas y de salud, que lo puedan transmitir a sus compañeros y a sus propias familias para minimizar los riesgos asociados a patologías cardiovasculares derivadas del sobrepeso, la obesidad, dislipidemias, hipertensión arterial, diabetes y otros”.
El desarrollo del PROAT en esta empresa contempla que a mediados de 2012 se realicen las evaluaciones correspondientes y se comparen los resultados con las mediciones realizadas en la fase de diagnóstico. El éxito dependerá, dicen en el INTA, de varios factores, pero explican que se están dando los pasos necesarios para generar en la población intervenida, un cambio de sus hábitos alimenticios.
Astrid Caichac considera muy importante la oportunidad que se da al lograr intervenir un “espacio de trabajo que sirve para tener a la población cautiva, para llegar a otro grupo específico, como se ha hecho en los colegios con los jóvenes, aquí tenemos la oportunidad de llegar a los adultos”.
Un factor clave, y también una problemática, es lograr incentivar a todo el grupo familiar de un trabajador a tener una alimentación sana. “En el caso de la minera, vamos a hacer talleres con las familias, sobre alimentación saludable, cocina saludable, cómo leer el etiquetado nutricional para que la señora sepa cómo elegir alimentos. Porque no sacamos nada si cuando llegan a su casa la señora los regalonea con comida poco saludable”, dice Yáñez.
Otras dificultades se han presentado por las faltas de conocimientos sobre nutrición, no sólo por parte de los trabajadores sino también por parte de los sindicatos, en un inicio muy reacio a lo que, creían, podría representar una pérdida de beneficios, sino también de los concesionarios de alimentos.
Además, como relata el doctor Blanco, la coordinación de las charlas y eventos con los turnos de esta labor en particular ha resultado difícil: “Resulta complejo el llevar a cabo el Programa en medio de la intensa jornada laboral que desempeñan nuestros trabajadores. Conciliar el trabajo diario con el Programa es un desafío importante para el equipo de salud”.
El proyecto está en marcha y persigue enfrentar una problemática que cuesta recursos humanos y económicos a todo el país. Una sociedad más sana es también una sociedad más productiva, así lo demuestran los estudios internacionales, y el equipo de PROAT espera aportar en ese sentido, como explica Carmen Gloria Yáñez: “La idea es ojalá dejarles ese bichito por comer mejor y que ellos (los trabajadores) logren sentir este beneficio que están recibiendo por sentirse mejor y estar en óptimas condiciones para desarrollar su labor”.
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