La movilidad se considera un factor crítico para el envejecimiento saludable, y está estrechamente relacionada con las condiciones de la ciudad en la que se desenvuelve una persona mayor. Un estudio desarrollado en el marco del Doctorado en Salud Pública de la Universidad de Chile, demuestra que a medida que hay más obstáculos y dificultades en el barrio, mayores son las probabilidades de que una persona se sienta excluida y por tanto se aísle, llevando a un deterioro de su salud.

Ximena Cea-Nettig MPH, Profesora Asistente, Departamento de Atención Primaria, Facultad de Medicina – U. de Chile; Dra. Cecilia Albala, Prof. Titular, Directora Magíster en Envejecimiento y Calidad de Vida, INTA – U. de Chile.

En el año 2007 la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó “Ciudades globales amigables con los mayores: una guía”, en el que argumenta la necesidad de lograr que las ciudades se comprometan a mirar con atención el espacio en donde las personas envejecen, esperando a fin de cuentas que las ciudades se definan como “más amigables con la edad”. Este documento es enfático en la necesidad de considerar una mirada en la construcción de los espacios urbanos, ya que una ciudad amiga de la Persona Mayor (PM), permite desarrollar el potencial que representa para la sociedad, dado que favorece el envejecimiento activo mediante la optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad, lo cual, a la larga, mejoraría o mantendría la calidad de vida de las personas durante el proceso de envejecimiento.

Once años después en Chile nos continuamos planteando este desafío y es así como existen diversas iniciativas a lo largo del país como, por ejemplo, en las ciudades de Victoria y Loncoche en la IX Región de la Araucanía que han sido recientemente certificadas por la OMS como “Ciudades amigables con el adulto mayor”, porque han abordado diversas instancias de promoción, participación y algunos cambios en la infraestructura urbana. También se suman otras iniciativas locales como las que ejecuta el Centro Interdisciplinario para el Desarrollo del Adulto Mayor “Gerópolis” de la Universidad de Valparaíso, que recientemente –y en conjunto con el Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA) y OPS Chile- han congregado a más de 200 adultos mayores en el Foro de Envejecimiento llevado a cabo en el mes de octubre de 2017.

Pero, ¿Por qué una ciudad amiga en el proceso de envejecimiento de las personas?

Si bien se ha posicionado el tema a nivel nacional todavía nos falta mucho por hacer y es apremiante hacerlo, ya que como país estamos envejeciendo a pasos agigantados. En Chile, actualmente el 16% de la población es mayor de     60 años (2.786.689 personas), siendo la Región Metropolitana la que cuenta con el mayor número de PM del país, correspondiente a 39,7%, y se espera que en el año 2025 la proporción de PM supere en número a la de los menores de 15 años.

Esta etapa de envejecimiento puede ser más o menos saludable entre las personas y de duración variable hasta la muerte. De acuerdo a la información existente y sólo para tener una idea, en la actualidad un 39,2% de los adultos mayores chilenos reportan tener dos o más enfermedades crónicas, siendo un 70% en mujeres y un 46,7% en hombres. Sin embargo, el proceso que explica el fenómeno del envejecimiento es complejo y es considerado un resultado de las capacidades funcionales, cognitivas y motoras de la PM y no existe una medida que permita dar cuenta del impacto que produce una misma condición de salud o de funcionalidad entre las PM, ello a pesar de que éstas pueden ser caracterizadas a través de algunos indicadores de morbilidad. Esto se debe a que las patologías que pueden presentarse y sus características interactúan con su entorno –o contexto- y determinan por lo tanto la trayectoria de un envejecimiento más o menos saludable.

De acuerdo a la OMS, los aspectos cruciales de la funcionalidad se refieren a la capacidad de tener movilidad, crear y mantener relaciones, satisfacer sus necesidades básicas, aprender, crecer, tomar decisiones y contribuir. La movilidad se considera un factor crítico para el envejecimiento saludable, incluso, la movilidad restringida se considera un predictor de discapacidad en el ejercicio de las actividades de la vida diaria (AVD), además de institucionalización y mortalidad. Esto es especialmente importante porque la actividad física más común entre las personas mayores es caminar, lo cual permite mantener su salud funcional. Para la movilidad son importantes también las condiciones de la ciudad, de hecho, la presencia de veredas irregulares o con obstáculos puede ser especialmente relevante para aquellos adultos mayores con limitación de la capacidad funcional. Además, la movilidad en la ciudad es esencial para acceder a servicios del entorno residencial, la participación social y está vinculada con la necesidad humana básica de movimiento, por lo tanto, mantener la capacidad funcional implica favorecer el envejecimiento saludable, la autonomía y libertad de las personas mayores, las cuales en su mayoría viven en espacios urbanos: en Chile el 85,1% de las personas mayores (2.600.000 habs.)  vive en áreas urbanas versus un 14,9% que vive en áreas rurales.

Sumado a lo anteriormente presentado, en el año 2015 Chile adscribe a la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, la cual fue promulgada mediante Ley Decreto 162, el 7 de octubre de 2017. En ella, el artículo 26 define de manera explícita el derecho a la accesibilidad al entorno físico, social, económico y cultural, y a su movilidad personal, con el objeto de vivir de manera independiente y participativa en todos los aspectos de la vida. Esta convención viene a poner acento en el quehacer institucional, ya que señala que los Estados Parte adoptarán de manera progresiva medidas pertinentes para asegurar el acceso de la persona mayor, en igualdad de condiciones con las demás, al entorno físico, el transporte, la información y las comunicaciones, incluidos los sistemas y las tecnologías de la información y las comunicaciones, y a otros servicios e instalaciones abiertos al público o de uso público, tanto en zonas urbanas como rurales”.

Entonces, este parece ser un tema que adquiere cada día más fuerza, en especial cuando sabemos que la velocidad con que los adultos mayores ven limitada su capacidad funcional depende en gran medida del contexto en que envejecen. Por lo tanto, construir una ciudad amigable con las PM implica desplazar la curva de deterioro funcional, adaptando y mejorando los espacios de la ciudad para transformarlos en entornos inclusivos, en donde los adultos mayores accedan a servicios, caminen para acceder a servicios, como actividad física o bien, sólo moverse en la ciudad para hacer aquello que los hace ser libres y autónomos.

En un estudio exploratorio cualitativo: “Significados atribuidos por las personas mayores a su relación con el entorno físico del barrio en el desempeño de las actividades de la vida diaria” realizado entre  2016 y 2017  por la autora principal de este ¿artículo? en el marco de sus estudios de Doctorado en Salud Pública de la Universidad de Chile, se entrevistó a 14 adultos mayores entre 72 y 86 años de la comuna de Ñuñoa, los cuales participaban de un Club del Adulto Mayor, identificándose algunas dimensiones importantes de mencionar que se vinculan a la relación que establecen con su entorno construido:

a) Las razones de vivir en Ñuñoa: Solo uno de ellos vivía en Ñuñoa desde los 15 años, en tanto los demás se mudaron de una casa a un departamento. Entre los motivos que explicaron la medida se encuentran: estar más cerca de sus hijos, quedaron solos al enviudar o debido a sus condiciones físicas, las casas donde vivieron significaban un esfuerzo importante en términos de demandas físicas.

b) Actividades realizadas por personas mayores fuera de sus hogares: Se encontró que las actividades llevadas a cabo por las personas mayores fuera de sus hogares son diversas como pagar servicios, comprar alimentos, recolectar pensiones o actividades recreativas que realizan por ejemplo, hacer actividad física y relacionarse con otros para mantener los lazos de socialización y amistad.

c) La salud como condición que intermedia en la relación establecida con el entorno: La mitad de los entrevistados utiliza elementos de apoyo como bastones o andadores, y en estas circunstancias, el entorno parece ofrecer un ambiente bastante adverso y no incluyente.

d) Estrategias de acción/interacción que los adultos mayores establecen con el barrio: Se detectaron significados negativos u obstaculizadores, tales como: el estado de las veredas, la iluminación y la violencia de los peatones y conductores. Por otra parte, señalaron significados positivos o facilitadores, en especial la plaza o el parque como espacio de encuentro de recreación y actividad física.

Entre las principales conclusiones del estudio exploratorio, de encontró que:

a) Las personas mayores, aunque perciben obstáculos, generan estrategias adaptativas de movilidad resultantes de las consecuencias que estos elementos producen en sus actividades avanzadas de la vida diaria.

b) Uno de los elementos más importantes que emerge del estudio apunta a las condiciones representativas de la imagen de la vejez como una condición de exclusión, a menudo invisible para ellas, sostenida en un entorno de barrio que a menudo parece negar todo significado para ser una persona mayor.

c) A partir del relato del imaginario con respecto a una ciudad inclusiva para el adulto mayor desprendido, fundamentalmente de las sugerencias propuestas por los entrevistados, se puede afirmar que el entorno físico del barrio ha sido construido/producido en base a un patrón de normalidad y funcionalidad. En este escenario las PM, sobre todo aquellas afectadas por limitaciones, van enfrentando progresivamente barreras físicas que dificultan sus actividades cotidianas, la participación social y acceso a los servicios urbanos, produciendo y reproduciendo discriminación y exclusión de las PM de este estudio, las cuales en algunos momentos prefieren no salir de sus casas a enfrentarse a las adversidades que les impone el entorno físico del barrio.

Hemos visto en este artículo la pertinencia e importancia de crear una ciudad amigable para el adulto mayor. Por lo tanto, creemos en la obligación de la sociedad civil, la academia y el gobierno de integrar nuevas perspectivas que den respuesta a las necesidades percibidas por las personas mayores con respecto a los elementos del entorno físico que les permitan asegurar su inclusión y participación social.

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