La carencia de yodo puede afectar la producción de las hormonas tiroideas, lo cual lleva al desarrollo de bocio endémico. Dado que este micronutriente no está presente en nuestro territorio de forma natural para su consumo, se estableció por ley que es obligatorio adicionar yodo a la sal. El actual desafío para la salud pública es continuar evaluando si esta medida efectivamente se está cumpliendo.

Por Dr. Santiago Muzzo B., Endocrinólogo Infantil, Profesor titular, U. de  Chile;  MSc Laura Leiva B., Tecnólogo Médico, Profesor Adjunto, INTA – U. de Chile y Dra. Raquel Burrows A., Endocrinóloga Infantil, Profesor Asociado, INTA  – U. de Chile.

El organismo adquiere el yodo de los alimentos, el cual es un elemento fundamental para la producción de las hormonas de la glándula tiroides que participan en múltiples procesos como en el metabolismo basal, la síntesis proteica, el desarrollo y diferenciación celular, entre otros. El déficit de yodo altera la función tiroidea y disminuye los niveles de hormonas tiroideas, lo que provoca un aumento del estímulo de la hormona estimulante de la tiroides, hipofisiaria (TSH), generando un crecimiento de la tiroides (bocio) e hipotiroidismo.

De acuerdo a la Organización Mundial Salud se considera bocio endémico si afecta a más del 5% de los escolares de educación básica o a 10% de los adultos. Para evitar esta enfermedad se debe cubrir el requerimiento diario de yodo, que sobre los 12 años es de 150 microgramos (µg), entre 7 a 11 años es de 120 µg, de 1 a 6 años es 90 µg, en tanto que los recién nacidos requieren de 50 µg.

El requerimiento de embarazadas y nodrizas, es de 250 µg de yodo al día. Está comprobado que un déficit de yodo durante el embarazo puede perjudicar el desarrollo del sistema nervioso del hijo en gestación y a mayor severidad del déficit se puede producir un retardo mental irreversible llamado cretinismo endémico. Esto demuestra el importante papel que juega el yodo en el desarrollo cerebral del feto y que, una corrección del déficit durante todo el embarazo, previene el cretinismo endémico.

Productos del mar como pescado, mariscos y algas, son la principal fuente de yodo para el hombre. Las hortalizas, huevos, carnes de ave y vacuno varían en su contenido dependiendo de las condiciones de suelo y alimentación que tuvieron. En el caso de Chile es necesario entregar yodo como suplemento alimenticio dado que nuestro suelo carece de yodo al haber sido arrasado durante las glaciaciones, sumado al hecho que la población consume muy pocos productos del mar ricos en este componente.

La mayoría de los países donde hay carencia de yodo lo suplementan en la sal de consumo humano. Esta medida ha demostrado ser efectiva y es ampliamente usada a nivel mundial para erradicar el bocio endémico. Chile ha sido un caso de éxito, sin embargo, es fundamental mantener su monitoreo constante tanto en el ámbito de la producción de la sal yodada, como en las condiciones de salud de la población.

Hechos y detalles sobre el bocio endémico y el yodo

Antes que se iniciara la yodación de la sal en Chile, se detectaba en algunos grupos poblacionales bocio endémico, sin casos de cretinismo, en  61% de habitantes en Pedregoso, 31% en Lonquimay y 25% en Puente Alto, Pirque y San José de Maipo. Chile promulgó la ley de yodación de la sal de consumo humano en 1959, pero recién en 1979 ésta se volvió imperativa mediante un Reglamento de Obligatoriedad del Ministerio de Salud que estableció que toda sal de consumo humano debía ser yodada con 100 partes por millón (ppm) de yodato de sodio o potasio.

La primera información de bocio endémico posterior a la obligatoriedad de la yodación de la sal en una muestra representativa de escolares de educación básica de la Región Metropolitana, se publicó  el año 1982 reportándose una prevalencia de un 18,8%. Posteriormente  el año 1986, y tras definir estudios con mayor representatividad al tomar un área de la zona norte (Calama),  centro (Santiago),  sur (Temuco) y extremo sur (Punta Arenas) del país, se detectó que la prevalencia de bocio en escolares de Santiago y Temuco ya había descendido a un 7,6%.

Entre los años 1991 y 1995 se demostró una tendencia a la disminución de la prevalencia de bocio en los escolares y una concentración de yodo en la sal en venta adecuada a la ley vigente. Sin embargo, la excreción de yodo urinario estaba peligrosamente elevada y en ascenso. Expertos sugirieron al Ministerio de Salud disminuir la cantidad de yodo agregada de 100 a 40 ppm, dado que ya se sabía que una ingesta de yodo elevada podría producir enfermedades al tiroides como es la tiroiditis autoinmune. Esta modificación se incorporó al nuevo Reglamento Sanitario de los Alimentos (RSA) en enero del 2000. Para el año 2004 la excreción urinaria de yodo se había normalizado en casi todas las zonas que habían sido censadas, menos en la zona norte.

Situación actual sobre la yodación de la sal y su control

La  mantención de una baja prevalencia de bocio en los escolares de las zonas censadas durante los últimos 10 años indica que el bocio endémico si bien está solucionado, constituye una enfermedad en estado latente, la cual se puede reactivar ante una inadecuada administración de yodo a la población.

A consecuencia de una noticia publicada en la prensa escrita, la Sociedad Chilena de Endocrinología y Diabetes (SOCHED) se percató que se usará sal de mar que no está yodada, de las salinas de Cáhuil (Pichilemu), para las preparaciones de desayuno y almuerzo a cargo de  la JUNAEB de alrededor  de 3 millones de escolares de Chile. Ante esto un comité de expertos en enero de 2017 hizo presente a JUNAEB la importancia de  mantener el uso de sal yodada en la alimentación, para evitar una reaparición del bocio endémico, que tanto costó eliminar en el país.

Posteriormente en marzo se confirmó que los salineros de Cáhuil  yodarían la sal, sin embargo no se asegura la evaluación adecuada y permanente de dicha sal fortificada. La clara diferencia entre la granulometría de la sal de mar y el yodato de potasio que se usa para la yodación, dificultan una dispersión homogénea en la mezcla de sal obtenida.

Dada las variaciones que ha experimentado la nutrición de yodo en los chilenos, al pasar desde un déficit moderado a un exceso de ingesta de yodo, ambas situaciones con serias repercusiones en la salud; se considera fundamental mantener la fortificación y disponer de un adecuado control de calidad de la yodación de la sal de consumo humano y un sistema de vigilancia nutricional permanente de la nutrición de yodo en el país, para que en caso de detectar cualquier variación perjudicial para las personas, pueda ser corregida rápidamente.

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