“Yo sé hasta donde puedo beber para manejar” es la consigna de muchos que rechazan la nueva ley de tránsito de tolerancia 0 al alcohol y que defienden su derecho a conducir con una copa en el cuerpo. No se confíe, porque aunque crea estar en control, está demostrado: Mezclar alcohol y conducción nunca es buena idea.

Impacto mediático, debate, opiniones y discusión de sobremesa. Nadie ha quedado indiferente ante la entrada en vigencia de la nueva normativa de tránsito conocida como “Tolerancia 0”, que redujo los índices permitidos para conducir e incrementó la fiscalización policial y las penas para quienes la infrinjan. En la práctica, la baja de 0,5 a 0,3 gramos de alcohol en la sangre como límite inferior permitido implica que quien conduce no puede beber siquiera una copa, severo margen que debe ser respetado si no se quieren sufrir suspensiones temporales, y hasta de por vida, de la licencia de conducir.

El objetivo de la ley es disminuir en un 20 por ciento las muertes por accidentes de tránsito provocados por el consumo de alcohol, en un periodo de dos años. Apoyados de estadísticas y datos impactantes, las autoridades están empeñadas en solucionar el problema, bajar las cifras y de paso, quedar al mismo nivel que las normativas de la mayoría de los países desarrollados en esta materia.

Según la Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito (Conaset), entre los años 2001 y 2010 ocurrieron 493.647 accidentes de tránsito, de los cuales en 40.506 casos estuvo involucrado de alguna manera el alcohol, un 8.21 por ciento del total, cifra que no parece tan decisiva y que ocupa la quinta posición en las causales de accidentes.

El panorama cambia si se analizan los eventos con resultado de muerte cuando había una copa de por medio. Entre las causas de mortalidad en accidentes de tránsito, la causal de “Presencia de alcohol” (en conductores, pasajeros o peatones), se ubica en el segundo lugar de importancia: Del total de fallecidos, que alcanzan a 16.379 personas, el ítem representa el 20.43 por ciento, con 3.347 muertes, a poca distancia de la causal que la antecede, “Imprudencia de los peatones”, que llega a 3.784 fallecimientos.

“Para que nunca más se repitan casos como los de Kevin Silva, Paulina y Franco Alarcón, Gumercindo Díaz o la familia Caro de Colina. Todos ellos son algunos de las miles de víctimas inocentes, que han debido enfrentar dolor y sufrimiento, por culpa de conductores ebrios. No queremos más tragedias”, dijo el ministro de Transportes y Telecomunicaciones, Pedro Pablo Errázuriz, para ponerle rostro y emoción a las estadísticas que sustentan la severidad de esta nueva ley que apuesta, según ha dicho el secretario de Estado, a propiciar un “cambio cultural” en los chilenos.

Tolerancia 0.

La nueva ley disminuye el límite de la cantidad de alcohol para las calificaciones de “estado de ebriedad”, de 1 a 0,8 gramos por litro de sangre, y de “bajo la influencia del alcohol”, que baja de 0,5 a 0,3 gramos por litro de sangre. Este último valor encendió las alarmas de todos porque implica que quien conduce un vehículo está imposibilitado de beber ni una cerveza o una copa de vino.

La doctora Sandra Hirsch, del Laboratorio de Envejecimiento y Enfermedades Crónicas Asociadas a la Nutrición del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), de la Universidad de Chile, explica que esa graduación es baja y que no tendría por qué ser peligrosa, pero no hay que confiarse: “Depende de cada persona como le afecta el alcohol, pero en general con 0,3 no pasa nada y lo más probable es que no vayas a tener un accidente, salvo que estés además bajo efectos de benzodiacepinas o de algún otro tipo de fármaco o droga. Pero con 0,8 ya puedes tener algún problema”.

Hirsch explica que los efectos del alcohol pueden ser muy distintos en cada persona dependiendo de su peso, contextura, metabolismo e incluso raza o sexo. Cómo el organismo lo procesa, mantiene y elimina del cuerpo es la clave para entender sus efectos.

“Las personas metabolizamos cierta cantidad de alcohol de acuerdo al peso. Por ejemplo, una persona no alcohólica metaboliza más o menos 160 miligramos de alcohol por kilo, cada hora. Si una persona de 70 kilos metaboliza 11.2 gramos por hora, y una copa de vino tiene aproximadamente 28 gramos de alcohol, esa persona demorará casi 3 horas en metabolizarlo, es decir, en eliminarlo completamente de la sangre. Si el peso de la persona es menor, demorará más, por eso hay gente que tolera mejor o peor el alcohol. De hecho las mujeres toleramos menos cantidad de alcohol que los hombres”, manifiesta la facultativa.

En este proceso también juega un rol la enzima que procesa el alcohol llamada Deshidrogenasa. “Hay gente que tiene disminuida la capacidad de metabolizar alcohol, por lo tanto lo tiene más tiempo en el cuerpo. La existencia de esta enzima, porque puedes tenerla o no, determinará cuanto durará el efecto del alcohol. Incluso hay razas más propensas a no desarrollarla, como muchos asiáticos que no la tienen”, explica.

La doctora Hirsch cuenta que también es determinante cuán acostumbrado está nuestro organismo a la bebida: “Mientras más bebe una persona, están más inducidas las enzimas, entonces metabolizas más rápido y te percatas que no tienes el efecto del alcohol en el cuerpo y quieres más. Ese es el bebedor problema y el alcohólico, pero la persona que no bebe, con una copa de vino se puede curar”.

Mitos y Leyendas.

La nueva normativa implica también el incremento notorio de las fiscalizaciones a los conductores, para lo que Carabineros de Chile sería dotado del material logístico necesario para cuadriplicar los controles de 0 alcohol. Además contempla una modificación que establece que la prueba respiratoria o “alcotest”, es ahora probatoria, es decir, ya no es necesaria la prueba sanguínea denominada “alcoholemia” para aplicar las nuevas penas establecidas, como ocurría con la antigua ley. Todo esto hace que hoy la posibilidad de encontrarse en la situación de soplar un alcotest sea mucho mayor.

Esto desató las especulaciones sobre como engañar a la medición y todo tipo de recetas comenzaron a diseminarse en la opinión pública. Desgraciadamente para quienes quieren desafiar las nuevas normas, las duchas frías, los cafés cargados, o hacer ejercicio para “botar” el alcohol y otros métodos caseros no tienen fundamento científico y la única manera posible de no marcar es no beber.

Sandra Hirsch desmitifica también la creencia popular de que la comida disminuiría la graduación al momento del alcotest: “Efectivamente comer evita que uno sienta los efectos tan pronto, pero marcará igual porque lo que realmente ocurre es que la comida retarda la absorción del alcohol por el organismo. Por esto al beber con el estomago vacio los efectos son mayores”.

También ha proliferado la venta de alcotest personales, pero la doctora advierte que la medición debe considerar la curva de absorción: “Lo que hay que tener en cuenta es que la absorción del alcohol en la sangre se comporta como una curva, por lo que si se mide recién ingerida una copa de vino, por ejemplo, puede marcar 0,1 gramos, pero tiempo después irá aumentando al subir en la curva. Entonces si te controlan cerca del peak, marcará mucho más”.

Su llamado es a no confiarse por mucho que uno tenga la certeza de que una copa no hace nada: “Desde el 0,1 los efectos ya están. Es efectivo que hay pérdida de la concentración, disminuye los reflejos y la capacidad de reacción. Además un gran porcentaje de la población usa pastillas para dormir o antidepresivos, una mezcla muy mala”.

Y es que no hay dos versiones: El alcohol deteriora marcadamente la función psicomotora y uno de sus efectos más importantes es que aumenta el tiempo que tarda la persona en decidir qué debe hacer y cuándo actuar luego de recibir una información. Como si eso fuera poco, deteriora la

coordinación bimanual y la resistencia a la monotonía, factor decisivo para mantener la atención en uno o más objetivos. Se altera también la percepción para juzgar la velocidad, la distancia y la situación relativa del vehículo, interfiriendo en la capacidad de hacer frente a una situación inesperada, aspectos decisivos para conducir con seguridad.

Ley pareja no es…

Las nuevas penas que serán aplicadas a los infractores de la ley tolerancia 0 son muy duras. Si una persona es sorprendida “bajo la influencia del alcohol”, es decir entre 0,31 y 0,8, por primera vez y sin producir daños ni accidentes, quedará inhabilitada para conducir por tres meses, y si está en “estado de ebriedad”, es decir sobre 0,8, también sin provocar daños, quedará sin licencia de conducir por 2 años, suspensión que hasta ahora era de 6 a 12 meses. A la tercera vez que alguien sea medido sobre 0,8 su licencia será cancelada permanentemente y deberá esperar 12 años antes de pedir su rehabilitación como conductor. Si una persona en estado de ebriedad causa lesiones gravísimas o la muerte de una persona, aunque sea por primera vez, quedará imposibilitado para conducir de por vida.

La doctora Hirsch considera que estas penas van en el sentido correcto y desestimó que la población no pueda acostumbrarse: “El impacto fuerte será al principio, como pasó con el cigarrillo, que la gente se quejaba de que no se podía fumar en ninguna parte, pero siguió saliendo a restaurantes y no pasó nada. En muchos de los países desarrollados se aplica la tolerancia 0 al alcohol en la conducción y han disminuido significativamente los accidentes”.

Agrega la especialista que a su juicio sería necesario regular también la publicidad dado que su poder es muy fuerte, y que antes se dieron pasos erráticos si de hablar de los efectos nocivos del alcohol se trata: “Cuando se empezó con que el vino tinto era bueno para la salud, que tenia antioxidantes y la disminución de enfermedades cardiovasculares, la gente empezó a tomar mucho más. Algunas personas que tenían daño hepático y que habían logrado la abstinencia, cuando salió esta publicidad, empezaron a tomar de nuevo, y se descompensaron muchos cirróticos. Ahora hay que darse cuenta que es dañino, que es peligroso. Yo no diría que no tome cuando conduzca, le diría tome menos”.

Las posibilidades de tener un accidente de tránsito cuando hay alguna copa de por medio, aumentan en un porcentaje que bordea el 40 por ciento según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es un juego peligroso que no sólo se trata de esquivar controles y evitar sanciones, hay vidas de por medio y cualquiera puede verse afectado. Sandra Hirsch lo expresa claramente: “Mientras más protejamos a la población de los efectos del alcohol, tanto mejor. A mi me encantaría que disminuyera también la violencia intrafamiliar, asociada también a la ingesta de alcohol, pero en el tránsito es más claro aún. ¿Cuándo se muere más gente por accidentes? para el 18 de septiembre, año nuevo, y todos tenemos algún amigo, o conocido o familiar, que ha tenido algún accidente o que ha matado a alguien, o incluso que murió por conducir en estado de ebriedad, entonces para qué”.


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