Estas sustancias químicas que interactúan con el sistema hormonal inciden positiva o negativamente en el organismo. Investigadores del INTA analizan cuáles son sus reales consecuencias en la salud.
Por Ana Pereira. Médico cirujano, Magíster en Salud Pública y Doctora en Epidemiología y Salud Poblacional. Nutrición Pública, INTA.
Los disruptores endocrinos son sustancias químicas que causan efectos en la salud mediante la interacción con nuestro sistema hormonal. Esto puede generar diversas enfermedades, ya sea a nivel del individuo e inclusive en su descendencia, a través de su paso por la placenta o lactancia materna. Actualmente hay muchas líneas de investigación tratando de mostrar sus efectos en salud, lo cual ha sido una tarea difícil con resultados controversiales, pero ya existe cierta evidencia que apunta a dilucidarlos.
Impacto en el organismo
Los primeros disruptores endocrinos descritos en la literatura son de origen natural, están presentes en una variedad de productos vegetales y se les conoce en general como fitoestrógenos. Entre ellos se pueden mencionar las isoflavonas –en soya y derivados- o el cumestrol en brotes de alfalfa. Estas sustancias tienen una afinidad débil por los receptores de estrógenos, por lo que compiten con el estrógeno propio del organismo. Las poblaciones asiáticas tienen un alto consumo de productos ricos en soya, lo cual podría ser la causa de su baja incidencia de cáncer de mama. En el caso de la soya, se propone que ocurre una unión con los receptores de estrógeno que son los encargados de la apoptosis celular, es decir, dan muerte a células cancerígenas y por ende podrían disminuir la probabilidad de padecer esta patología.
Existen sustancias químicas que también pueden actuar como disruptores endocrinos, es decir, similar a nuestras hormonas y que competirían con ellas por los diferentes receptores celulares generando diversas cascadas de eventos. Estos resultados aún son controversiales, pero se sabe que muchas de estas sustancias artificiales pueden tener efectos nocivos en nuestra salud, entre ellas, los fenoles, parabenos, ftalatos, pesticidas (organoclorados) y otras.
Es importante reconocer las fuentes en donde se encuentran estas sustancias. En el caso de los fenoles y parabenos son principalmente utilizados en la producción de plásticos, en sustancias bactericidas, farmacéuticas y en sistemas de protección UV (oxi-benceno). Por ejemplo, el triclosan es un bactericida presente en algunas pastas dentales y jabones desinfectantes. Los parabenos principalmente se encuentran en productos de cosmética y otro fenol conocido es el BPA (Bisfenol A), sustancia que se encontró en las mamaderas de plástico y en otras botellas. Por otro lado, los ftalatos, que han sido relacionados con una mayor frecuencia de infertilidad masculina, son químicos que se agregan a los plásticos para hacerlos más flexibles y evitar que se quiebren; se agregan al PVC (cloruro de polivinilo) y son utilizados en pisos, murallas, zapatos, ropa, juguetes, esmalte de uñas, etc. También se usan en perfumería, desodorantes y jabones.
Como podemos observar estos compuestos químicos están presentes en muchos de los productos que utilizamos día a día, ya sea para limpieza (hogar y personal), en pisos, murallas, plásticos, etc., haciendo que tanto niños como adultos estemos expuestos a ellos. También como dijimos, es difícil aislar el efecto de cada uno, las medidas preventivas tienen que enfocarse en usar productos inertes que no tengan efectos nocivos en nuestra salud.
Algunos hallazgos
Nuestro grupo de estudio, el Centro de Investigación en Ambientes Alimentarios y Prevención de Enfermedades Crónicas Asociadas a la Nutrición CIAPEC, ha dirigido líneas de investigación para evaluar principalmente el efecto de los fenoles y ftalatos en la salud femenina. Recientemente un estudio publicado por Binder y colaboradores en la revista Environmental Health (2018) con datos de nuestra cohorte, demostró que una detección elevada en orina de 2,5-diclorofenol y 3-benzofenona estaría asociada con una edad menor de presentación de la primera menstruación. Y que niñas con sobrepeso u obesidad tendrían la menarquia más temprana a mayores concentraciones de monoetil ftalato y triclosan en orina.
Hoy se conoce que el inicio de una pubertad más temprana en niñas (edad de la primera menstruación) se asocia con un mayor riesgo de cáncer de mama en la adultez. En paralelo a este estudio, otra de nuestras líneas de investigación de Binder y colaboradores en la revista Cancer Epidemiology Biomarkers & Prevention (2018) mostró que la exposición a sustancias tales como ftalato de monocarboxiisooctilo, monoetil ftalato y bisfenol A se asocia también a una mayor densidad mamaria al final de la pubertad. Se conoce que mujeres adultas con mamas densas tienen también un riesgo mayor de presentar cáncer de mama. En resumen, hemos observado que estas sustancias químicas pueden tener efectos nocivos en la salud de la mujer, no obstante, se necesitan más investigaciones para esclarecer estas asociaciones, si hay un efecto de dosis y se existen edades más susceptibles a estas sustancias. Si bien los fenoles y ftalatos se han asociado con efectos en la salud femenina, también se conoce que afectan al hombre (disminución de espermatozoides y mayor probabilidad de infertilidad), aunque es difícil aislar el efecto de cada uno por separado.
Medidas de prevención
Entre las recomendaciones que podemos sugerir a nuestra población cabe señalar:
i) Limitar y de preferencia evitar alimentos procesados. Además de que esto evitará el aumentar de peso, los procesos de elaboración y almacenamiento de estos productos contienen diversos tipos de disruptores endocrinos.
ii) Utilizar botellas de vidrio o de acero inoxidable para tomar agua u otros líquidos. Ambos son materiales inertes.
iii) Guardar alimentos en envases de vidrio y no de plástico.
iv) Si va a utilizar el microondas, calentar contenedores de vidrio o directamente en un plato de cerámica.
v) Utilizar ollas de acero inoxidable para cocinar.
vi) En lo posible ingerir alimentos orgánicos, libre de pesticidas.
El Instituto Silent Spring desarrolló una aplicación llamada Detox Me, la cual ya está en español disponible para iOS y Android, que entrega diferentes tipos de consejos para disminuir la exposición a estos químicos ambientales. Nuestro grupo bajo el proyecto UO1 NIH con Silent Spring y la UCLA (Universidad de California, Los Ángeles) ha estado trabajando para compartirlo con nuestros participantes y luego contribuir a una mayor difusión de esta iniciativa.