Para poder hablar de probióticos debemos introducir el concepto de alimentos funcionales desde la perspectiva de la nutrición y la prevención de algunas enfermedades derivadas de la alteración de la flora intestinal; es decir, de toda esa cantidad de microorganismos que nos recubren el aparato digestivo sin los cuales no podemos sobrevivir, que es adquirida de manera innata desde el momento que nacemos y que nos acompañará durante toda nuestra vida.

Por: Sylvia Cruchet M., Médico cirujano U. de Chile, Profesora Adjunta – U. de Chile, Especialista en Gastroenterología y Nutrición Infantil, Académica del INTA Dr. Fernando Monckeberg – U. de Chile.

El tubo digestivo (TD) está poblado por a lo menos de 800 especies distintas de bacterias y levaduras, la mayoría aún no identificadas, que representan un total aproximado de 100 trillones (1014) de microorganismos y forman la microflora intestinal (MI), la que ejerce funciones nutricionales, metabólicas y de defensa indispensables para el huésped, mientras que éste le entrega nutrientes y crea condiciones favorables de crecimiento.

El tubo digestivo del feto humano es estéril durante el período de gestación y comienza a ser colonizado en el momento del parto. El niño que  nace por la vía vaginal es colonizado por bacterias adquiridas vía oral, las que provienen principalmente de la microflora fecal y vaginal de la madre. Cuando los niños nacen por cesárea, la colonización es más lenta y los microorganismos implicados son distintos, ya que provienen, en parte, del ambiente hospitalario y del personal de salud en contacto con el niño.

¿Por qué es importante tener esta flora y de buena calidad?

Una de las principales funciones de la microflora es la recuperación de la energía proveniente de los alimentos no digeridos ni absorbidos en el intestino delgado, haciéndola disponible para el huésped y evitando su pérdida recuperan en el colon constituyen el llamado rescate colónico de energía y corresponden a los carbohidratos no digeribles, principalmente almidón resistente y los poli y oligosacáridos que forman la fibra soluble presente principalmente en las frutas y verduras.

Los procesos de fermentación liberan agua, gases (anhídrido carbónico [CO2], hidrógeno [H2], metano [CH4]) y ácidos grasos volátiles (AGV), principalmente acetato, propionato y butirato). Otra función nutricional importante que cumple una buena flora es la producción de algunas vitaminas (K, B6, B12, B9), que pueden ser absorbidas y aprovechadas por el organismo.

La MI también ejerce un efecto de barrera frente a la multiplicación de patógenos oportunistas, porque compite en forma muy eficiente por los sitios de adherencia de ellos a la mucosa y por los nutrientes. Por otro lado puede inhibir el crecimiento de estas bacterias negativas. También contribuye a la maduración del sistema inmune del recién nacido, estimulando especialmente el desarrollo de la tolerancia oral a antígenos de la dieta y bacterianos y a la producción de Inmunoglobulina A (IgA) secretora de intestino delgado.

¿Qué significa el término probiótico y cuál es su historia?

Los probióticos son microorganismos (bacterias o levaduras) vivos, no patógenos, que resisten la digestión normal para alcanzar el colon vivos, y que al ser consumidos en cantidades adecuadas tienen efectos positivos en la salud del ser humano, a cualquier edad.

Aunque los probióticos son actualmente un tema “de moda”, no son nuevos. Hace más de 2.000 años, el romano Plinio recomendaba leche fermentada para el tratamiento de la gastroenteritis aguda. El término “probiótico” (que significa “pro vida”) fue usado por primera vez en los 60, aunque los efectos de ciertas bacterias han sido observados por más de un siglo. En 1906, Tissier, un destacado científico notaba que una colonización significativa de las deposiciones con bifidobacterias constituía una protección contra la posibilidad de desarrollo de diarrea en los niños.

En todo el mundo las cocinas “tradicionales” contienen comidas o bebidas fermentadas por diferentes microorganismos. Generalmente son productos en base a leche, pero también pueden encontrarse en otros alimentos (kimchi (coliflor fermentada) en Corea del Sur, sauerkraut o chucrut en Alemania). El número de productos comercializados y de publicaciones acerca de los probióticos en diferentes condiciones ha explotado literalmente en los últimos años.

Con el tiempo se han establecido consensos acerca del concepto probiótico que fue finalmente definido por un Comité de Expertos de OMS/FAO y que lo describió como “microorganismos vivos que, cuando son ingeridos en números adecuados como parte de un alimento, aportan beneficios a la salud del huésped”. Esta definición pone énfasis en el concepto que para que los probióticos ejerzan sus efectos positivos deben ser ingeridos en números elevados que deben exceder un cierto umbral.

¿Qué tienen de especial estas bacterias?

Son diferentes al resto de aquellas que consumimos y eliminamos diariamente y que podrían producir algún daño en el organismo (infecciones) y deben satisfacer ciertos requerimientos que las hacen inocuas:

  • Ser de origen humano (aunque algunas especies provienen de plantas o productos lácteos).
  • Ser capaces de resistir los efectos de la acidez gástrica, de las sales biliares conjugadas y de las enzimas intestinales y pancreáticas que se encuentran en el intestino delgado justamente para ayudar a evitar el crecimiento de otros microorganismos, además de sus efectos en la absorción de nutrientes.
  • Poder sobrevivir en su tránsito a lo largo del tubo digestivo y
  • Ejercer efectos favorables que sean demostrables por estudios clínicos.

Durante los últimos años se ha evaluado un número considerable de bacterias para determinar si poseen alguna propiedad que represente a un posible probiótico que vaya a ser usado en humanos con fines de prevención en salud o terapéutico.

Es importante decir que los efectos que producen son cepa-específicos; es decir, diferentes cepas de una misma especie pueden tener capacidades funcionales diferentes, incluso antagónicas.

¿Cuáles probióticos usamos con mayor frecuencia, especialmente en alimentos?

En la actualidad, la mayoría de los probióticos comercializados pertenecen a los géneros Lactobacillus o Bifidobacterium. Existen también microorganismos no lácticos que se usan como probióticos, como algunas cepas de Escherichia coli o levaduras como Saccharomyces boulardii, este último, aislado a partir de la piel de una fruta tropical en China, donde se usaba para curar la diarrea especialmente en los niños como tratamiento casero.

En general los que se agregan a ciertos alimentos como yogures, leches cultivadas, fórmulas para lactantes, bebidas lácteas etc. son muy bien estudiados y corresponden a los géneros de Lactobacillus y Bifidobacterium, con sus respectivos estudios realizados con subespecies específicas.

Un buen ejemplo es Lactobacillus reuteri que por sus efectos en el cólico del lactante, tanto en tratamiento como prevención se usa en gotas desde los primeros dias de vida y también en fórmulas para lactantes en el primer año de vida. Otro buen ejemplo es Bifidobacteriun lactis Bb12, que también se agrega a alimentos infantiles por sus propiedades para prevenir la diarrea aguda y asociada a antibióticos, ya que en este periodo de la vida los niños se ven altamente sometidos al uso de antibióticos y que también ejerce un efecto estimulante de la producción de IgA secretora en el intestino delgado de los niños, mejorando la respuesta inmune.

Otro buen ejemplo es el uso de Lactobacillus johnsonni La1 en bebidas lácteas pequeñas, de colación que tiene efecto en ayudar a mantener la erradicación de Helicobacter pylori en la mucosa intestinal. Otro probiótico de uso frecuente en yogures y bebidas lácteas es el Lactobacillus rhamnosus GG y DR20, ambos con un efecto muy importante en diarrea, estimulación del sistema inmune y el dolor abdominal recurrente.

Cada día aumentan las aplicaciones y usos de estos microorganismos beneficiosos en diferentes alimentos de consumo diario y masivo, todos ellos basados en estudios clínicos con resultados comprobados en sus efectos y donde se ha visto total inocuidad en su uso en humanos desde el momento del nacimiento. Tanto es así que la leche materna contiene diferentes microorganismos que son considerados probióticos, un buen ejemplo es L. Reuteri, que se aisló por primera vez de leche materna, con efectos muy necesarios en el desarrollo y la maduración del aparato digestivo inmaduro del recién nacido.

Los probióticos que se usan en alimentos (especialmente en niños) están aprobados por la FDA de Estados Unidos y son considerados GRAS (generalmente considerados como inocuos para el ser humano). También es muy importante que sean certificados por entidades confiables, que los alimentos que los contienen cumplan con la reglamentación de cada país y tengan un mínimo definido de UFC (Unidades Formadoras de Colonias) por ml de producto al final de la fecha de vencimiento del producto indicada en su rotulación y obviamente destacar cuál es el probiótico que se está usando y cuáles son sus beneficios. Otras utilidades de estos probióticos se deben a sus efectos beneficiosos en la inmunidad general, y es así como se ha visto que disminuyen la intensidad del resfrío y acortan el tiempo de duracion de infecciones respiratorias altas, colaboran en el manejo de la rinitis alérgica y tienen un efecto conocido en el Síndrome de intestino irritable (SII). Todo esto es válido al contar con el respaldo científico necesario para cada cepa de manera individual.

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